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Las vecinas y vecinos de nuestra ciudad han comenzado a usar de los medios de comunicación haciéndoles partícipes de los problemas que padecen desde hace tiempo y, sobre todo, por la falta de atención que reciben por parte de los representantes políticos con responsabilidad en la solución de las demandas a las que aluden en sus quejas. Desde el barrio de La Paz hasta el Virgen de la Cabeza, pasando por la calle Caldeduelas y Ronda Mestanza, Miguel de Cervantes, barriada Puerta de Madrid, especialmente desde el sector Sevilla, todas coinciden en la falta de sensibilidad e incluso malos modos que han recibido de quienes están precisamente para eso, es decir, para solventar las deficiencias que hayan detectado los ciudadanos, y por eso piden nuestra ayuda, para que se conozca en la calle la falta de sensibilidad de las personas, políticos y funcionarios, con las que han tratado. Llegados a este punto, quizá ahora reaccionen ustedes y entiendan el por qué de algunas de nuestras críticas, porque seguimos sin una política de proximidad al ciudadano y es algo que no deberíamos de permitir. Este gobierno municipal, y mucho más ahora, que anda de inauguraciones fantasmas en busca de apoyo popular, no ha ejecutado nada de lo que ha prometido en las dos citas electorales a las que ha concurrido. Apoyó las obras de la plaza de abastos en 2003 y al día de hoy ni siquiera han comenzado las que debieron iniciarse en febrero y que presentó a bombo y platillo el pasado día 21; también prometió la ventanilla única y hace unos días, en un pleno municipal, se limitó a apoyar una moción de Izquierda Unida; por supuesto, juró y perjuró que eliminaría y soterraría los contenedores del centro de la ciudad, y lo que vemos es todo lo contrario, puesto que han aparecido en donde antes no existían; lo mismo afirmó que haría con el tráfico, y que sólo en cien días solucionaría los problemas que presenta la ciudad, y ya ven cómo estamos después de casi ocho años, peor que antes…
Y todo esto viene porque los males que denuncian estos vecinos con respecto a sus barrios y sus calles vienen de muy lejos y cargados de razones, porque sencillamente no se actúa, no se tiene en cuenta al residente. Se obvia su problema no sin antes, eso sí, asegurarle que en unos días pondrán remedio, porque lo de mentir lo llevan a rajatabla. La tala de los árboles; la iluminación de algunas calles y avenidas; el riego que se hace a diario, llueva o no llueva y que tanto molestan y ensucian a vecinos y comerciantes; la falta de aparcamientos en superficie y subterráneos, sobre todo después de haber prometido en cuatro ocasiones que los harían; el mercadillo y la suciedad que genera, que han sido incapaces de controlar y solucionar; el uso y abuso que hacen algunos ciudadanos de las vías públicas, a los que vemos conduciendo unos vehículos que estamos convencidos no cuentan con documentación y a velocidades muy peligrosas, mientras al resto de conductores les acosan y sancionan en cuanto se descuidan; el descontrol de horarios que observamos en algunos establecimientos en los que se expenden bebidas alcohólicas casi sin control en la edad de los compradores; la manifiesta dejadez con la que observan el cumplimiento de la ley con respecto a la prohibición de no beber alcohol en las calles…
Que algunos vecinos y vecinas hayan decidido tomar el camino de la denuncia pública, una vez han constatado que no les atienden cuando lo hacen en persona o a través de escritos dirigidos a los concejales responsables, es algo que se ha demorado demasiado tiempo, teniendo en cuenta que algunas quejas han cumplido muchos años. Quizá porque en el Ayuntamiento estén acostumbrados a que las denuncias sean conocidas en los medios de comunicación incluso de ámbito nacional, cuando se trata de algo local, de un vecino o vecina preocupada por detalles aparentemente intrascendentes, pero que a ellos o ellas les molesta, la opción que han tomado nuestros representantes políticos, es decir, de no escucharlos, sea la que más rentabilidad política les está aportando.Nosotros mantenemos la creencia que nada mejor para la ciudadanía y el propio político que poner oídos a sus necesidades y quejas. Naturalmente, solventarlas en tiempo récord también forma parte de sus obligaciones. Entre nosotros, sin embargo, ocurre todo lo contrario.
Y todo esto viene porque los males que denuncian estos vecinos con respecto a sus barrios y sus calles vienen de muy lejos y cargados de razones, porque sencillamente no se actúa, no se tiene en cuenta al residente. Se obvia su problema no sin antes, eso sí, asegurarle que en unos días pondrán remedio, porque lo de mentir lo llevan a rajatabla. La tala de los árboles; la iluminación de algunas calles y avenidas; el riego que se hace a diario, llueva o no llueva y que tanto molestan y ensucian a vecinos y comerciantes; la falta de aparcamientos en superficie y subterráneos, sobre todo después de haber prometido en cuatro ocasiones que los harían; el mercadillo y la suciedad que genera, que han sido incapaces de controlar y solucionar; el uso y abuso que hacen algunos ciudadanos de las vías públicas, a los que vemos conduciendo unos vehículos que estamos convencidos no cuentan con documentación y a velocidades muy peligrosas, mientras al resto de conductores les acosan y sancionan en cuanto se descuidan; el descontrol de horarios que observamos en algunos establecimientos en los que se expenden bebidas alcohólicas casi sin control en la edad de los compradores; la manifiesta dejadez con la que observan el cumplimiento de la ley con respecto a la prohibición de no beber alcohol en las calles…
Que algunos vecinos y vecinas hayan decidido tomar el camino de la denuncia pública, una vez han constatado que no les atienden cuando lo hacen en persona o a través de escritos dirigidos a los concejales responsables, es algo que se ha demorado demasiado tiempo, teniendo en cuenta que algunas quejas han cumplido muchos años. Quizá porque en el Ayuntamiento estén acostumbrados a que las denuncias sean conocidas en los medios de comunicación incluso de ámbito nacional, cuando se trata de algo local, de un vecino o vecina preocupada por detalles aparentemente intrascendentes, pero que a ellos o ellas les molesta, la opción que han tomado nuestros representantes políticos, es decir, de no escucharlos, sea la que más rentabilidad política les está aportando.Nosotros mantenemos la creencia que nada mejor para la ciudadanía y el propio político que poner oídos a sus necesidades y quejas. Naturalmente, solventarlas en tiempo récord también forma parte de sus obligaciones. Entre nosotros, sin embargo, ocurre todo lo contrario.