miércoles, 23 de marzo de 2011

NUESTRA CAPACIDAD DE HACER DAÑO A LA SIERRA HA SIDO SUPERADA


Es frustrante comprobar que no sirven de muy poco los mensajes de cordura que se envían desde diferentes sectores a todos aquellos que hacen el recorrido entre la ciudad y el santuario por el camino viejo o de herradura. Y especialmente cuando concurren circunstancias diferenciales con respecto a los habituales fines de semana, es decir, cuando son los jinetes los que cumplen con la tradición, o en romería o, como en este caso, cuando se convoca una gran subida hasta los pies de la patrona desde una peña y son miles los que acuden a ella en busca de cumplir promesas o de comprobar por sí mismos la belleza del camino. Este año, otra vez, una gran mayoría de los peregrinos que acudieron a la llamada de la peña Los Peregrinos del Alba han vuelto a certificar el desconocimiento del medio en que se desenvuelven y la gran capacidad que tienen para hacer daño. Pero no han estado solos, porque junto a ellos han caminado, antes o después, jinetes, atletas y cientos de personas que se les han añadido antes y durante el camino, especialmente desde san Ginés. Por lo tanto, por estos caminos han discurrido infinidad de intenciones y comportamientos, y desde luego que no podemos sentirnos orgullosos de las señales que han dejado a su paso.

Y es que, como si de un reguero de pólvora se tratara, han ido dejando muestras de su paso en cantidad más que suficiente, desde botellas de plástico y cristal hasta restos de comida, aunque éstos supongan un mal menor, puesto que sabemos es un festín para los animales que por allí tienen su residencia. A la hora de calificar lo que hemos podido ver, lo menos que se nos ocurre es que alguien con responsabilidad municipal o medioambiental de la Administración andaluza, controlara este tipo de peregrinaciones en beneficio de la estabilidad de la sierra, sin que esto suponga desde luego un menoscabo en las libertades de nadie, y menos de los organizadores de este tipo de eventos populares, que desarrollan un trabajo ímprobo que desgraciadamente acaba por degenerar en un desastre ecológico de gran magnitud. Nosotros entendemos que el camino viejo es de todos, lo mismo que la sierra, y que todos consecuentemente debemos cuidarlo, y aquel o aquellos que no atiendan estas exigencias deberían ser denunciados contundentemente para dar ejemplo de lo que no está permitido.

Aunque es en romería cuando más detectamos el daño que hacemos al entorno verde en el que nos desenvolvemos, en momentos tan especiales, cuando se trata de convocatorias populares a las que acuden miles de personas y que además coinciden con otras del mismo corte y con las mismas intenciones, que no son otras que las de llegar a los pies de la Virgen de la Cabeza, estamos por asegurar que hemos superado los niveles a los que estamos acostumbrados. Y no creemos sinceramente que nuestra sierra esté para seguir soportando tal nivel de malas influencias en forma de basuras de todo tipo, aunque debemos destacar los elementos que, como los plásticos y el cristal, sabemos permanecerán en el entorno si antes no los retiran por millones de años a la espera de ser absorbidos por la propia naturaleza.

Finalmente, y sólo por si sirve de algo, rogar a todas las personas que tengan a bien hacer el recorrido, que respeten el entorno, que usen de los contenedores que se encontrarán en el camino y que eviten hacer más daño al medio ambiente. De seguir así, de acuerdo con la opinión de los técnicos, el camino viejo desaparecerá a favor de un entorno seco y de escaso valor paisajístico. Quizá sea entonces cuando se decida poner remedio, aunque nos tememos que para entonces no sirva de nada. Una verdadera pena y no menos una escandalosa falta de respeto.