Por fin, el Gobierno ha decidido intervenir en un asunto de gran trascendencia para la salud de la población infantil. Lo hizo no hace mucho con el tabaco como protagonista, limitando los lugares en donde se puede consumir esta droga, que, como era de esperar, no cayó bien del todo a quienes usan de este nocivo elemento para pasar el tiempo. Ahora el asunto es la comida, es decir, los alimentos que consumen casi a diario los más pequeños de la casa, como son los escolares. Éstos representan un activo muy importante en las economías de los fabricantes de bollería industrial, y muy especialmente desde que consiguieron la autorización para introducir las máquinas expendedoras en los centros escolares, puesto que, al tenerlos a mano, sus tutores, suponemos que desconocedores de los perjuicios que supone consumir este tipo de comida, eran la base de sus desayunos y meriendas en detrimento del bocadillo casero que tanta importancia alimenticia tiene para su desarrollo.
Desconocemos cómo se lo tomarán las dos partes implicadas en este caso, o sea, los padres y los niños, pero lo que deberíamos de aplaudir es que, una vez comprobada las pocas ganas que tenían las partes de renunciar a estos exquisitos bocados, haya sido el Gobierno el que por decreto haya sacado a la calle las máquinas que los vendían en el interior de los colegios. Por lo tanto, eso de darle dinero al menor cuando marchaba a su centro de estudios para que, cuando le apeteciera, echara mano de uno de esos dulces de aspecto buenísimo, pero que se sabe que no están hechos precisamente con componentes de los que podemos denominar como sanos, se ha acabado. A partir de ahora, insistimos que afortunadamente, algunos los escolares se alimentarán de comida casera, de bocadillos repletos de proteínas sanas y se alejarán de la bollería industrial que tanto daño ha hecho a miles de ellos. Éstos se conocen ahora como niñas y niños gordos u obesos, y hasta han sido causa judicial cuando la fiscalía gallega actuó a favor de controlar a un menor de esa comunidad autónoma porque presentaba evidentes signos de peligrosa gordura. De hecho, la estadística nos dice que la próxima generación se definirá como la quinta de los gordos, a lo que habrá que añadir que los enfermos por esta causa, porque es fundamental recordar que, en Medicina, lo normal es que gordo sea lo mismo que persona enferma con una patología definida y extendida. Huesos, problemas cardíacos, de hígado, de circulación sanguínea, colesterol desproporcionado y que arrastra de su niñez debido a la excesiva cantidad que portaban los alimentos que consumió en el colegio, etc.
Entre nosotros es cierto que hemos detectado intentos por implantar la dieta mediterránea, en la que básicamente el tomate, el aceite de oliva y el pan son los alimentos que podían denominarse como básicos para los más pequeños de la casa. Lo hemos comprobado porque la Junta de Andalucía lo viene haciendo desde hace años y lo hemos visto en Andújar gracias a la iniciativa de algunos de nuestros centros escolares. El último, las Franciscanas, que han decidido intervenir en un peligroso vicio que tiene su origen sobre todo en la comodidad que supone no tener que confeccionar el bocadillo del día al niño o la niña que lo consumirá en el recreo. Por eso estamos convencidos de que el arduo trabajo que sabemos exige cambiar de mentalidad alimenticia a los jóvenes, debía comenzar por el núcleo familiar, en donde se cuecen los defectos alimenticios a los que nos referimos y que, no lo olvidemos, representan un capítulo económico de no poca importancia. Una familia con un solo miembro en edad escolar debe hacer un apartado mensual de al menos treinta euros, cantidad que al año casi alcanza los quinientos euros.
Entendemos que sería muy gratificante, y no digamos nada de los beneficios directos para la salud de quienes este tipo de alimentos consumen, que se eliminaran todos los que contuvieran entre sus ingredientes algunos de los considerados nocivos. Lo mejor que pueden hacer los que no estén de acuerdo o no quieran entender las razones de la decisión del Gobierno, no obstante, es conocer sus componentes. Y luego que nos cuenten.