Iniciamos semana envueltos en dos acontecimientos de gran importancia para nosotros. El primero, como saben bien, la semana santa; el segundo, la romería. En ambos casos el esfuerzo de los implicados es ímprobo y exigente, aunque debemos reconocer que los apasionados semasanteros lo tienen mucho más complicado, puesto que la totalidad de sus esfuerzos deben realizarlos casi en soledad o al menos entre los componentes de las cofradías y hermandades. Por parte del Ayuntamiento y las Concejalías implicadas, con adecentar la ciudad, especialmente las calles por donde se desarrollarán las procesiones, cuidar de que el tráfico esté cerrado al paso de vehículos a las horas previstas y ponerse de punta en blanco nuestros representantes para acudir raudos a presidir el paso oficial de las cofradías, su entrega la entienden más que justificada. El resto es cosa suya, y convénzanse de que las tareas se multiplican y que, sólo gracias a su callada labor durante todo el año, pueden presumir de imágenes y de tronos impolutos. Estas y estos esforzados de nuestras tradiciones, enamorados hasta las trancas de todo lo que tenga que ver con la pasión de Jesús, no obstante, representan un ejemplo vivo de cómo usando la imaginación y el trabajo se puede conseguir la imagen que nuestra ciudad necesita dentro y fuera de nuestros límites. No es nuevo para nadie que exclusivamente ellas y ellos, que incluso representan una molestia para la clase política sencillamente porque ésta no es capaz de dar soluciones a sus demandas, han conseguido atraer a cientos de visitantes que vienen convencidos de que disfrutarán de la puesta en escena que les preparan anualmente.
Precisamente por eso, una vez que la práctica totalidad del trabajo lo tienen controlado y a falta sólo de los últimos detalles, su gran preocupación la centren en el cielo, en la meteorología, en el tiempo que tendremos justo en siete días. Como decíamos no hace mucho, la influencia meteorológica es definitiva para sus pretensiones, y desgraciadamente venimos asistiendo con excesiva regularidad los últimos años a días lluviosos en plena semana santa que dan al traste con sus legítimas aspiraciones de poner en la calle a sus patronos. Por lo tanto, y a la espera de la evolución climatológica de la próxima semana, el ir y venir de todos ellos los hace merecedores no sólo de la admiración de toda la ciudad, sino como ejemplo de lo que se puede conseguir con el trabajo. Es cierto que no están solos, que Andújar puede presumir de gentes curtidas en el desánimo y el descarado abandono de las instituciones, que miran para otro lado cuando de resolver sus problemas se trata, pero que debería acabarse con una política patrocinada por absurdos prejuicios y no menos zafiedad de quienes la presiden.
Nuestra semana santa, por razones objetivas y de peso, debería ir mucho más lejos en sus justas pretensiones de auparse a mejores escaparates de que los que hasta ahora se han utilizado para presentarla en sociedad. Y menos mal que ellas y ellos organizan su pregón, dan vida a su cartel y mantienen su capacidad de convocatoria, porque si sólo dependiera de quienes nos representan, no duden que haría años que hubiera desaparecido. Y lo demuestra y confirma la actividad que estos colectivos mantienen a lo largo de todo el año, obligados como están a recaudar fondos desde los que poder mejorar la imagen de su cofradía por dentro y por fuera. Sólo así se entiende que estos días nuestra ciudad acapare el interés de quienes aman esta tradición, porque saben que entre nosotros encontrarán algo más que originales recorridos e imágenes de gran valor. Precisamente por esto, por su entrega incondicional y pasión por lo que hacen, por su saber estar y su capacidad organizativa, les mostramos nuestro respeto y nos declaramos decididos e incondicionales admiradores de su magnífica labor. Y ahora, a esperar acontecimientos. De lo que estamos seguros es que, si el tiempo respeta el procesionamiento de las imágenes que ahora esperan en los templos de la ciudad, Andújar revivirá uno de los acontecimientos religiosos más importantes y que mejor guarda en su corazón.