Bueno, ya estamos de lleno viviendo la dinámica que imponen los partidos en liza. Después de la pegada de los carteles del viernes y los actos propios que convocan con el objetivo de dar a conocer a la ciudadanía sus respectivos programas, nos esperan momentos de todo tipo, desde los que nos permitirán conocer a políticos de relativa relevancia que ni siquiera saben dónde está situada nuestra ciudad en el mapa, hasta arengas políticas en las que escucharemos menosprecios variados a quienes no estén en la onda del líder de turno, pasando por supuesto por ridículos firmados por quienes no acaban de asumir su incapacidad para hablar en público. Naturalmente, volveremos a recuperar a los mismos de siempre, esos que echan mano de todo lo que han hecho los demás para hacerlo suyo y presumir de ello sin ruborizarse. Por eso, si nos permiten el consejo, tómenselo con calma, que tiempo tendrán de plantearse a quién premiar con su voto. Como primera medida, y comprendemos que se trate de un castigo más que de un consejo, es que hagan todo lo posible por leerse los programas electorales que les parezcan más interesantes o sobre la opción política que pueda hacerles dudar a la hora de depositar su voto, porque les podemos asegurar que es la mejor forma de aproximarse a las intenciones de cada uno de los partidos políticos y, al mismo tiempo (sobre todo si tienen a mano el programa de las elecciones anteriores), para comprobar que se repiten más que la morcilla y que no les importa nada volver a prometer lo que dejaron firmado hace cuatro u ocho años.
Otra buena decisión es no caer en el error de creerse lo que les digan unos y otros; al menos no a la primera, porque eso es precisamente lo que buscan los encantadores de serpientes que tendremos oportunidad de escuchar estos días. Han sido tan profesionalmente preparados, tan intencionadamente condicionados y alentados en la mentira como medio idóneo para la consecución del voto del ingenuo, que les podemos asegurar que caerán sin remisión en las redes de estos maestros de la palabra. De hecho, el ejemplo que nuestra ciudad puede presentar al mundo no creemos que pueda ser más contundente y desalentador, porque una comunidad como la nuestra, con casi cuarenta mil almas, sobre la que no se cansan de decirnos desde la política que tiene unas posibilidades de prosperar únicas, una ubicación geográfica extraordinaria, unos inmejorables planteamientos turísticos, donde incluyen el parque natural, y suficiente terreno para incorporarle el título de ciudad industrial de primera, no puede desde luego presumir de ser un ejemplo para nadie. El número de parados ha aumentado de forma brutal y actualmente encabeza el “ranking” de las ciudades de la provincia que más mano de obra está parada; Innovandújar no ha dejado de ser en ningún momento de su ya dilatada y bochornosa historia una quimera, una mentira, una vergonzosa manipulación de todos sus moradores; y a todo esto, la política que se ha desarrollado a lo largo de estos años (si es que de tal se puede calificar), no ha conseguido resultado positivo alguno. De hecho, si no hubiera sido por el dinero que llegó del Estado y de la Junta, que además de mejorar algunas zonas y calles de la ciudad, parece que también ha servido enriquecer a unos cuantos avispados sin escrúpulos, no tendríamos nada que reflejar como actuación municipal destacable.
Pero tampoco los que han estado frente al gobierno municipal que ahora se examina ante los electores han sabido cumplir con sus obligaciones, porque la oposición prácticamente no ha fiscalizado, ni denunciado, ni controlado, ni informado a la ciudadanía como era su obligación. Hemos asistido a episodios como el de la Cámara de Cuentas de Andalucía o a las obras de las Vistillas o del parque de san Eufrasio como si se trataran de actuaciones que no fueran con nosotros, que no pagáramos con nuestros impuestos. Y lo mismo ha ocurrido con los permisos de obras que se han dado para construir en terreno prohibido de la sierra grandes y ostentosas viñas cuando en realidad sólo lo tenían para una nave de aperos agrícolas; o con la nueva piscina municipal del Ejido del Puente, o, yendo aún más lejos, firmándole en blanco repetidos avales para pedir dinero a los bancos con cargo a las cuentas municipales y no haber sido capaces de seguir su trayectoria. Y son sólo unos ejemplos.