Nos debe dar lo mismo de quién ha partido la idea de las jornadas que, sobre los incendios forestales, se desarrollaron ayer en nuestra ciudad. Lo que nos importa es que tanto el Ayuntamiento como la Junta aceptan la responsabilidad que ambas tienen en el parque natural y hayan decidido aproximar a la ciudadanía un tema de gran trascendencia para nosotros, puesto que de lo que se trata es de prevenir los incendios forestales, asunto nada descabellado teniendo en cuenta que la sierra es terreno especialmente sensible a este tipo de situaciones caóticas. Cuando se sabe que un alto porcentaje de la población, en solo unos días, se trasladará a vivir el verano a sus propiedades sitas precisamente en este entorno natural, en las conocidas popularmente como viñas, es evidente que el rendimiento de esta convocatoria ha debido ser de gran trascendencia entre los posibles afectados. Aunque no conozcamos niveles de asistencia, lo importante es que los técnicos de la Junta y el Ayuntamiento han tenido la oportunidad de adelantarse a un problema real que está sobre nosotros como espada de Damocles. De hecho, todos los años surge el mismo problema y todos también eludimos las responsabilidades que nos competen directamente: los propietarios, porque no todos atienden las exigencias sobre el estado de limpieza de su propiedad; el Ayuntamiento, porque no va más allá de recordarle a los residentes de la zona las obligaciones que adquieren por el hecho de poseer una casa de campo en este recinto, y la Junta porque decreta y elude, es decir, que deja por escrito lo que debe hacerse, pero no mantiene el seguimiento lógico que conviene a asunto de tanta importancia.
Por nuestra parte, que también tenemos cuota de responsabilidad, aunque ésta sea meramente informativa, no perdemos la ocasión y, cuando nos enfrentamos al estío, ponemos en marcha una serie de cuñas publicitarias que corren de nuestra cuenta y en las que queremos concienciar tanto al residente como al visitante del gran papel que debe protagonizar si de verdad quiere prevenir incendios o cualquier otro tipo de anomalía en el parque natural.
Y es que no sólo los incendios dañan el medio ambiente; también las basuras, las construcciones desproporcionadas y alejadas del entorno, la contaminación acústica y los vehículos a motor que recorren caminos del parque que debían estar cerrados para evitar males mayores, acaban por dañarlo y aumentar el riesgo de incendio. Las basuras, porque no falta los que las depositan donde les viene mejor, y les dará lo mismo que sean restos orgánicos que mobiliario, colchones o electrodomésticos; en cuanto a las construcciones, a nadie se le escapa que muchas de ellas no tienen nada que ver con el entorno; los ruidos, casi todos procedentes de los aparatos de música y televisión de las viñas vecinas, son determinantes para el bienestar de quienes los padecen, y más teniendo en cuenta que este tipo de viviendas se usan precisamente para descansar. En cuanto a los vehículos a motor que se exceden recorriendo caminos que están expresamente prohibidos, creemos que las autoridades están siendo excesivamente permisivas y que debían controlar a sus conductores para evitar este tipo de abusos. Por si les sirve de algo, son muy dañinos con el ecosistema por los malos humos que emiten, los ruidos que los acompañan (y que tanto molestan a los animales del entorno), y pueden generar un incendio por diferentes causas, aunque destaca el calor que desprenden los catalizadores, que alcanza un nivel capaz de quemar las hierbas que se encuentren debajo.
Enhorabuena a los organizadores de la jornada de ayer. Porque la han convocado con tiempo, porque han sido muy pedagógicas y porque de lo que nos han contado hemos aprendido una vez más que lo mejor es prevenir. Ahora de lo que se trata es de que las personas con responsabilidad sean capaces de poner en práctica lo aprendido y, sobre todo, de no perder de vista la fragilidad del entorno en el que residen estos meses.