jueves, 12 de mayo de 2011

MÁS DATOS DE LA VIOLENCIA SOBRE LAS MUJERES

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Si tuvieron oportunidad de escuchar este mismo espacio el martes, recordarán que lo dedicábamos a la violencia sobre la mujer. Hoy queremos hacer lo mismo, pero desde prismas diferentes, ya que, leído el trabajo que ha desarrollado la Universidad de Huelva, hemos conocido datos lo suficientemente interesantes como no dejarlos pasar sin cuando menos compartirlos con ustedes. Ahora sabemos que nada menos que entre un 6 y un 12 % de los adolescentes ha protagonizado algún acto agresivo durante su noviazgo. El 6 % responde a casos vividos por los autores; el 12 % es un reflejo directo de maltrato encubierto al que los científicos le dan mucha importancia porque entienden que casi todos acaban mutando en maltratadores durante toda su existencia. Estos números, por otro lado, se parecen a los conseguidos en otro estudio de similares características a las obtenidas por la Universidad de Huelva y que las hemos podido leer en un parecido trabajo compartido entre 962 adolescentes de un instituto de Almería de edades medias de 15 años. Este último trabajo reveló que un 7 % de ellos reconocía haber dado una bofetada en más de una ocasión a su novia; un 16 %, que las había empujado; y un 6 % admite haberlas amenazado con algún objeto.

Susana Paíno, que es la investigadora de la universidad onubense que ha coordinado este trabajo, destaca que, aunque las cifras son muy importantes, no lo son tanto si se comparan, por ejemplo, con países del Norte de Europa, donde los índices de violencia superan el 30 %. El estudio que les comentamos desarrollado por la Universidad de Huelva se ha realizado entre 4.000 jóvenes de 15 a 30 años, todos residentes en la provincia, y que han mantenido, al menos durante un mes, una relación de pareja. Su fin era detectar la reproducción de comportamientos violentos por su naturaleza física, emocional, social y sexual. El cuestionario repartido entre ellos está compuesto por más de cuarenta preguntas, todas ligadas a situaciones que se consideran por parte de los investigadores como violentas en la relación de las parejas en estas edades. De entre ellas, destacar las del tipo "¿alguna vez te ha ridiculizado tu pareja en público?, ¿te ha maltratado como un objeto sexual?, ¿te ha retenido para que no te vayas?, ¿te ha abofeteado, zarandeado o empujado?, ¿ha bromeado o desprestigiado tu condición de mujer u hombre? Una vez valorado este estudio, los expertos llaman la atención sobre el maltrato encubierto o situaciones violentas identificadas, pero no reconocidas por los encuestados, en un 12 % de las relaciones de pareja, y que un 25 % de los encuestados reconozcan haber sentido miedo en su relación, a pesar de admitir que no han sufrido maltrato.

La valoración del estudio conviene no demorarla si de verdad queremos asumir la trascendencia que tiene entre nosotros el hecho de que la violencia de género o sobre la mujer se inicie a edades tan tempranas. Cuando un chico de quince años menosprecia a su compañera o la abofetea en publico o en privado, nos avisa de sus intenciones con suficiente antelación y, consecuentemente, es el momento de que lo sometamos a terapias que les frenen sus instintos de ver a la mujer como ser menor sobre el que descargar sus iras o su propia incompetencia. Sabemos que estos trabajos, que se desarrollan y estudian en diferentes universidades públicas y privadas de nuestro país, son tenidos muy en cuenta por los organismos y organizaciones ligadas al problema. De lo que se trata es que se den prisa en tomar las decisiones adecuadas para evitar de esta forma la consolidación de actitud tan perniciosa para la mujer y para el resto de la sociedad. En cuanto a que los países del Norte de Europa presentan números aún más preocupantes, no debería servirnos como mal de muchos, consuelo de tontos, y sí como aviso urgente de la justificada necesidad que tenemos de poner en marcha los programas adecuados y con capacidad para recuperar a estos jóvenes maltratadores. Todo lo que suponga pérdida de tiempo es abundar en la pérdida de posibilidades, que es lo mismo que decir que lo adecuado es dejar pasar el tiempo con el fin de que mejoren por sí mismos. De hecho, ¿de qué servirían estudios tan complejos y de resultados tan interesantes si luego, en la práctica, no se atienden sus conclusiones?