Como saben ustedes, el movimiento conocido como del 15-M o también como de los indignados, que están reunidos desde hace unas semanas en la Puerta del Sol de Madrid y en la plaza de Cataluña en Barcelona, ha generado infinidad de posiciones por parte del resto de la ciudadanía. De hecho, el 73 % de los españoles aprueba las protestas surgidas en torno a este movimiento y el 72 % está de acuerdo con sus ideas, pero difieren en cuanto a sus expectativas, y lo confirma el que el 53 % considere que contribuirá poco o nada a la mejora de la situación en España. Como han escuchado, se trata de unos porcentajes muy altos, tanto en el apoyo a sus demandas como a la hora de creer que tendrán éxito, y que muestran una justificada preocupación de los convocantes.
Estos porcentajes se desprenden de una investigación que ha sido elaborada sobre una muestra de 1.000 entrevistas. Según este trabajo, un 19 % de los españoles desaprueba las acampadas, un porcentaje que aumenta especialmente entre las personas mayores de edad y entre quienes tienen estudios primarios o inferiores. Por el contrario, los mayores simpatizantes son los jóvenes, con un 83 % de los que tienen entre 16 a 24 años; los que cuentan con estudios universitarios, que suponen un 78 %, y los votantes del PSOE, con un75 %, frente a los del PP, que son un 59 %. Además, el 72 % de los ciudadanos está de acuerdo con las ideas del Movimiento 15-M, sobre todo los menores de 34 años, los que han cursado estudios universitarios y los votantes del PSOE, en tanto que muestran su genérica desaprobación y no menos su despreocupación más de un diez por ciento de los entrevistados.
Por último, la encuesta a la que nos referimos en el comentario de hoy pone de manifiesto que algo más de la mitad de los ciudadanos considera, como ya hemos dicho, que las protestas contribuirán poco o nada a la mejora de la situación en España, mientras que algo más de uno de cada cuatro cree que sí aportarán algo positivo, y un 12 % que servirán para bastante o mucho. Este escepticismo o incredulidad es ligeramente superior entre los hombres que tienen estudios secundarios y los votantes del PP. No obstante, como se trata de un estudio que sólo ha tenido en cuenta el movimiento generado en Madrid, creemos que está falto de los datos de otras ciudades que podían hacer cambiar sensiblemente los porcentajes que hemos conocido.
De entre las razones que estos indignados por el sistema exponen como causa directa para justificar su presencia y apoyo en este tipo de convocatorias, destacan la mala o pésima opinión que tienen de la clase política, a la que responsabilizan sin ambages de todos los males de nuestro país. Según sus generalizadas opiniones, son éstos los que deberían presentar cuentas a la sociedad que los vota y dictar leyes que controlaran el actual sistema que permite y autoriza tácitamente el que un imputado en caso de corrupción no sólo pueda presentarse a las elecciones, sino que mantiene cargos de gran representatividad que le permiten disfrutar de total impunidad. Naturalmente, no es necesario que aquí nos refiramos a los protagonistas a los que ellos hacen referencia porque están en la mente de todos ustedes, pero sí recordar que este tipo de situaciones anómalas sólo se dan entre nosotros.
Lo que no está del todo claro es el resultado final que resultará de las concentraciones que se han llevado a cabo en la mayoría de las ciudades españolas y que aún se mantienen, como es el caso de Madrid y Barcelona, pero sí que se detecta una clara intencionalidad por parte de los partidos políticos de hacer suyas sus reivindicaciones, aunque en realidad lo que persiguen es hacerse con un significativo número de votos. Sólo queda esperar a que el tiempo se encargue de darnos a todos explicaciones sobre cómo se resuelve esta incógnita, porque lo evidente es que, por la magnitud que alcanzó en su día, por la importancia social que han tenido las concentraciones y por el ruido que han generado especialmente entre los jóvenes, precisamente los más dañados por la crisis económica, no debería quedar en un sueño irrealizado y sí en una puerta que se abre a favor de una mejor distribución de la riqueza y de una profunda y radical limpieza entre la clase política.