Debido al incremento de la movilidad en bicicleta por las ciudades, muchas de ellas han decidido pedir la intervención de las administraciones y organizaciones ligadas a estos vehículos con el fin de conseguir mayor seguridad de los usuarios. Esta tendencia, que actualmente involucra a más de dos millones de españoles a utilizar diariamente este medio de transporte, sobre todo en ciudad, se relaciona con la actual concienciación sobre los beneficios y las sustanciales ventajas que la bicicleta aporta desde el punto de vista ambiental y social a la movilidad de las vías urbanas. Por este motivo, y ante el incremento de usuarios de la bicicleta y también de la accidentalidad, la Dirección General de Tráfico ha comenzado una campaña informativa y de sensibilización en la que se apela a la responsabilidad de todos los usuarios de los distintos medios de transporte.
De entre los contenidos de la campaña, destacamos la importancia que da ésta a la preparación y concienciación de los usuarios de estos vehículos, a los que recuerdan que deben circular por la derecha y hacerse ver. Recuerda también que desde el año pasado es obligatorio, tanto en carretera como en zonas urbanas, el uso de la luz delantera y reflectante trasero en la bicicleta, así como el uso de una prenda reflectante cuando se circula de noche, haciéndoles saber que la no aceptación de la norma supone una sanción económica. Y es que los datos sobre accidentalidad nos avisan del peligro que supone no respetar lo legislado: durante el año 2009, las bicicletas se vieron implicadas en 3.469 accidentes, en los que fallecieron 56 ciclistas y 3.262 resultaron heridos. Los accidentes se produjeron mayoritariamente en zona urbana, aunque el mayor número de fallecidos fue en carretera.
No obstante, los beneficios de un mayor uso de la bicicleta en las ciudades son por sí mismos suficientes motivos como para que su uso aumente continuamente. Además de la salud de los ciudadanos y de la propia ciudad, la bicicleta, por su pequeña capacidad de generar daños, produce una menor peligrosidad en las calles en relación al tráfico motorizado. En cuanto a la energía que demanda para su funcionamiento, es evidente que en un futuro con crecientes problemas de suministro de petróleo para el transporte, ésta exige una ínfima parte de las necesidades energéticas de los medios tradicionales. Y también la bicicleta tiene una gran eficiencia en relación con otros recursos que son necesarios para el funcionamiento del sistema de movilidad y que presentan justificadas dudas con respecto a los precios y el suministro en el futuro. En el apartado de contaminación atmosférica, del agua y del suelo, la bicicleta no emite contaminantes a la atmósfera y muy pocos al agua y al suelo. En su ciclo de vida completo, desde la fabricación hasta su conversión en residuos, los contaminantes son extremadamente reducidos en comparación con los vehículos a motor. Por otra parte, el ruido de la circulación de las bicicletas no genera problemas de salud o molestias a la población circundante o que transite por la misma calle.
En cuanto a la economía, las exigencias de la bicicleta en términos de calles, aparcamientos, gastos sociales, etc., son mucho menores que las del resto de vehículos. Un buen ejemplo puede ser que una buena infraestructura para bicicletas supone entre diez y veinte veces menos inversión que la requerida por el automóvil. Del mismo modo, su demanda de espacio para el estacionamiento viene a ser quince veces menor. Resumiendo, que la bicicleta será a partir de ahora protagonista desde diferentes puntos de control y que todos ellos tienen como fin conseguir un mejor entendimiento entre los usuarios de vehículos a motor y los ciclistas. De acuerdo con el lema de la campaña, que asegura que, si se respetan los derechos de unos y de otros, hay sitio para todos, nada mejor que cumplir con el papel que cada uno debe jugar para evitar problemas.