Como
han podido comprobar ustedes mismos, un año más la suerte ha pasado por nuestra
ciudad de puntillas. Las ilusiones que habíamos depositado en este gran sorteo
navideño se han esfumado como humo que se lleva el viento, y, a falta del
próximo sorteo, conocido como el del Niño, donde intentaremos recuperarnos,
quedamos a la espera de nuevas oportunidades, aunque suponemos que mermadas
sensiblemente las ganas, porque la inversión que hemos efectuado para esta
magnífica ocasión y la que haremos en enero nos han dejado, no solo sin ganas,
sino sin dinero que poder desviar hacia asuntos de azar. Sin embargo, como de
todo se puede sacar provecho, ¿y las ilusiones que nos hemos hecho desde que
tenemos en el bolsillo el décimo o los décimos? ¿Puede alguien pagar sensación
tan agradable, capaz de quitarnos el sueño y de dedicarnos a invertir el dinero
que nos seguro nos tocaría en mejorarnos la vida y la de los nuestros? Desde
luego que no y por eso es impagable.
Así,
aunque solo por haber vivido momentos tan extraordinarios y tan beneficiosos
incluso para nuestra salud, ha valido la
pena entrar en el bombo de la suerte junto a los que han sido premiados. Por lo
tanto, nada de malas formas o de menospreciar el papel que le habíamos dado a
los que intuíamos nuestros bienhechores, que no sabemos lo que nos deparará la
vida y hay que estar bien con todo el mundo, y más con quienes siempre hemos
creído milagrosos, no sea que en el próximo sorteo, o en la quiniela de la
semana que viene o la primitiva nos deje también tirados. Cuando hicimos la
compra del décimo o de los décimos, porque sabemos que no faltan a esta cita
los que invierten cientos de euros en diferentes números y administraciones,
respondíamos a un pálpito que nos hizo creer que este sí, que este año nos
tocaba ganar y apostamos convencidos de que así sería. Luego, ya se sabe, lo de
siempre, que no hemos sido elegidos y que debemos guardar las ganas para la
próxima vez.
Por
otra parte, teniendo en cuenta cómo está el tema económico, con millones de
personas casi en la miseria, quizá debiéramos convencernos de que un poco de
solidaridad no nos vendría mal y que los que han sido elegidos estarían peor
que nosotros. Además, si sabemos que la suerte es esquiva, que muestra signos
preocupantes de ser muy caprichosa y díscola, y que anda suelta en busca de
bolsillos a los que favorecer, tampoco debemos darle más importancia y comenzar
a pensar que existen otros cauces de los que podemos aprovecharnos y que quizá
nos permitan recuperarnos social y económicamente sin necesidad de esperar a
que sea la suerte la que nos toque con su varita mágica y nos saque de pobres
en un momento. Situaciones como las que hemos vivido a lo largo de la mañana,
con grandes decepciones por lo que esperábamos y no ha sido, nos colocan frente
a nosotros mismos y nos recuerdan que el mundo sigue su marcha y que debemos
unirnos a sus mensajes. En este caso, que lo nuestro es conseguir trabajo,
aunque aceptamos que también esta necesidad forma parte de la ruleta de la
suerte y que por el momento no nos ha elegido.
Afortunadamente,
nuestra capacidad de ánimo es alta y estamos convencidos de que no tardaremos
en recuperarnos, al menos hasta el sorteo del Niño, del que, de nuevo, volveremos
a esperarlo todo. Ojalá no nos equivoquemos y por fin la suerte nos dé la cara.
Mientras tanto, a esperar con ilusión.