lunes, 13 de febrero de 2012

LA ROMERÍA COMO CASO DE DESACUERDO SOCIAL Y POLÍTICO


Hemos vuelto a demostrar que lo de cumplir con las obligaciones ciudadanas es algo que no todos aceptamos de buena gana. Todo indica que lo que nos gusta de verdad es quejarnos y, si es público, mejor que mejor. Entendemos con todo respeto, por supuesto, que eso es lo que está ocurriendo con el asunto y tema recurrente de estos días que conocemos como tasas municipales sobre el uso y disfrute de los terrenos aledaños a la basílica-santuario de la patrona. Está claro que no todos entendemos lo del uso y disfrute como quizá debiéramos en relación con nuestra educación cívica y muy especialmente medioambiental, de la que parece tenemos una vaga idea y desde luego que muy alejada de la realidad. Por todo esto, lo que se nos ha venido encima en forma de pago por uso de lo que creíamos era de todos es sencillamente una consecuencia de una situación desastrosa e insoportable para el ecosistema y no menos para el municipio. Para empezar, hay que recuperar el sentido común y aceptar que la zona que acotará este año el Ayuntamiento y en la que habrá que pagar las tasas aprobadas por el gobierno municipal es, efectivamente, de uso público, pero en ningún caso con sólo derechos y ninguna obligación.

Aunque con matices y de acuerdo con quienes apoyarían el poco a poco en la incorporación de las tasas, o los que van más lejos y están dispuestos a realizar cualquier esfuerzo económico si antes la zona se equipa con lo que tanta falta hace y el poco caso que se ha hecho de estas exigencias, la angustiosa realidad es que el día después de la romería, cuando nos marchamos y la desolación campa a sus anchas, lo que antes era verde y prometía renacer con fuerza en unas semanas, queda como un erial irrecuperable, muerto sin remisión y cubierto de todo tipo de porquería aportada por los que allí reímos y danzamos hace solo unas horas y que dejamos en forma de asquerosa tarjeta de visita. ¿Y de quién es la responsabilidad? ¿Acaso de la mala educación que recibimos de pequeños o simplemente porque nuestra percepción de la realidad es absurda e inviable, y de ahí que debamos pagar por esta deficiencia? Todo indica, no obstante, y por decisión popular, que el responsable final de esta masacre medioambiental es el que menos culpa tiene, es decir, el Ayuntamiento, que es lo mismo que decir, atención, que todo el pueblo de Andújar, porque olvidar que los seiscientos mil euros que cuesta a la ciudad cada año el desarrollo y celebración de la romería de la Virgen de la Cabeza es un lujo que ni debemos ni podemos permitirnos.

La situación ha llegado a un punto de insostenibilidad que no tiene marcha atrás y se impone el control y el copago de lo que se usa y disfruta si no queremos vernos abocados a la ruina del medioambiente y de las arcas municipales. El que la hace la paga es un dicho popular con rango de refrán que deberíamos controlar si de verdad queremos mejorar como personas y conseguir el respeto de la sociedad de la que formamos parte, reacia a todo lo que sea asumir responsabilidades, y menos aún el pago por el uso y disfrute de lo que desde siempre hemos entendido como nuestro, aunque solo haya sido para irlo rematando año tras año. Los ciudadanos que han querido dejar constancia del rechazo que les produce esta medida, ciertamente que no todos, han dejado constancia visible de su malestar en la plaza de España, pero se les ha olvidado que existen cauces legales y oficiales que regulan y obligan a las partes al entendimiento antes que al enfrentamiento porque sí. Lo quieran aceptar o no, la municipalidad cumplió con su parte y ha tenido expuesto en la Casa Consistorial la documentación que nos advertía de la implantación de las tasas. Allí pudimos leer que los ciudadanos que tuvieran algo que decir al respecto, que remitieran por escrito sus sugerencias. Pues sepan que no se ha controlado ninguna. Es decir, hemos perdido la oportunidad de hacerle saber a quien corresponda nuestro descontento. A partir de ahora, legitimado oficialmente, el Ayuntamiento solo tiene que poner en circulación el cobro de las tasas. Lo que le correspondía lo ha ejecutado en tiempo y forma.