Hemos llegado a final de mes, y nada menos que febrerillo el loco, que ha demostrado un año más su peculiar rareza despidiéndose sin dejarnos una gota de agua que depositar en nuestros pantanos y albercas, siendo conscientes de que las cosas no mejoran, de que la situación general del país no deja de ser un tema recurrente a la hora de sentarse a la mesa o de tomarse el aperitivo. Los políticos nos informan según les conviene y les interesa en línea de cómo están las cosas, entendiéndose que nos van dejando caer sus perversas intenciones como gotero hospitalario, no sea que nos organicemos en cuadrillas y se nos ocurra derrocar el sistema establecido. Y que nadie crea que exageramos tratándose de algo tan elemental e imprescindible como la comida, porque es evidente que podemos vivir sin la vivienda digna que dice la Constitución a la que tenemos derecho, sin un trabajo que nos dignifique como personas, pero no sin alimento que llevar a la ya de por sí escuálida mesa de cada día.
A todo esto, compartiendo tanta miseria y preocupados por lo que nos pueda ocurrir con respecto a lo poco que nos queda, comprobamos desde la primera fila que nos permite el salón de casa ante la televisión, que el país mantiene como ciudadanos de pro a cientos de sinvergüenzas que, desde sus puestos de honor en senados y cámaras en donde se supone que se defiende al pueblo, y no menos en direcciones generales y ministerios, siguen como insignes depredadores de las arcas públicas acumulando riquezas por las que no han luchado y, al mismo tiempo, disfrutando de vehículo con conductor y combustible a cargo de los presupuestos generales. Ejemplos no creemos que hagan falta, porque no queremos dejarnos ninguno sin publicitar y necesitaríamos dos o tres espacios como este para ello. Así, los que como ustedes y nosotros evitamos por todos los medios vernos envueltos en asuntos de embargos o económicos de cualquier índole porque no solo dudamos de la Justicia, sino que a diario nos confirman que no vamos descaminados, otros disfrutan de libertad y de prebendas que nadie entiende ni comparte, a no ser, claro, que los apoyos y las defensas vengan de parte de los suyos, que este detalle lo podemos observar en las personas que lo son, lo han sido y lo serán. O sea, mangantes de guante blanco.
Por todo lo que les contamos, con la Casa Real metida en un asunto feo por demás, con cientos de políticos que aseguran representar y defender los derechos de sus votantes aunque metidos en barro hasta las trancas, con alcaldes, secretarios y tonadilleras robando a manos llenas y con dirigentes de entidades bancarias haciendo suyos los depósitos de la ciudadanía, lo que mejor nos viene para mantener la salud es seguir en la lucha nuestra de cada día e intentar solventar nuestros problemas por nosotros mismos. Confiar en quienes están para eso, demostrado está que es tiempo perdido, porque no moverán un dedo por nuestro sinvivir. Ellos son los que mejor entendieron lo de que solo se vive una vez y precisamente por eso, porque no tardaron en comprender que cuanto más seguros y cómodos atravesasen el desierto que nos aseguran desde los púlpitos que acaba al final del túnel en el que se ve la luz, y que a partir de ese momento todo será felicidad y alegría, no tardaron en poner manos a la obra y consolidar su futuro y el de su familia en dos o tres generaciones. De esta forma, mientras se enfrentan o no al juicio final, que se supone llegará algún día y que todos recibiremos el premio o el castigo que nos hayamos ganado en este valle de lágrimas, usan el dinero de todos para darse la buena vida y luego, ¡Dios dirá!