jueves, 1 de marzo de 2012

LA PATRONA PODÍA ECHARNOS UNA MANO EN TIEMPOS DE CRISIS


Como habrán tenido oportunidad de comprobar, la Administración en general y los ayuntamientos en particular, acuden a todo lo que pueda representar ingresos que en principio podían parecer atípicos por desconocidos de los ciudadanos, pero que responden a la legitimidad más absoluta, y no menos al sentido común y la solidaridad ciudadana, imprescindible para capear entre todos las terribles consecuencias de una crisis que dura demasiado y, lo que es peor, anuncia nuevos esfuerzos para una sociedad que a estas alturas anda desprovista de recursos. Entre nosotros, por ejemplo, las tasas que se cobrarán a las personas que asistan a la romería. Sin embargo, se han dejado, no sabemos si intencionadamente o sencillamente porque no han pensado en ello, una decisión por tomar que particularmente creemos activaría durante el tiempo que se decidiera implantar, a buena parte de los comercios de la ciudad, destacando los de la hostelería, que no pasan por su mejor momento. Se trata de poder compartir a la patrona, la Virgen de la Cabeza, con la real basílica-santuario, es decir, que estuviera entre nosotros los días, semanas o meses que se decidieran, si es que se llega siquiera a plantear, y siempre bajo un estricto control y seguimiento.

De hecho, es innegable que se conseguiría, con su sola presencia en su templo de la ciudad, la llegada masiva especialmente de las personas, y son miles, que no pueden visitarla en su camarín del Cabezo debido a la sinuosa carretera por la que se accede, que les proporciona un malestar general que eluden en beneficio de su salud. Así ha ocurrido y lo hemos visto cuando ha estado entre nosotros coincidiendo con alguna efemérides o celebración especial, cuando hemos podido comprobar la gran capacidad que tiene para atraer a miles de fieles. Por el momento, éstos entran y salen de la ciudad sin detenerse, ya sea en domingo o en la mismísima romería, con la pérdida que representa de beneficios directos que podían quedarse por el camino. De entrada, asumimos que nuestra propuesta contará con el rechazo de no pocos colectivos y empresarios, pero la situación económica de la ciudad pasa por unos momentos en los que todo lo que sea aportar, en este caso, ideas, cuando menos deben ser tenidas en cuenta y valoradas en los círculos o foros donde convenga.

Desde luego, lo incuestionable es que el fenómeno de la patrona está muy por encima de cualquier otro evento que aquí se desarrolle, y lo mejor es que, además, sería un goteo continuado de personas que en el último fin de semana de abril alcanzaría su punto más álgido durante el desarrollo y celebración de la romería. Por lo tanto, dejar pasar lo que nosotros entendemos como una gran oportunidad de negocio, sinceramente no lo compartiríamos, pero lo aceptaríamos si así lo entienden nuestros dirigentes. No obstante, sábados y domingos especialmente, aunque se notarían más personas en nuestras calles que cualquier día de la semana, Andújar recibiría la visita de miles de devotos de la Virgen de la Cabeza en su templo de la ciudad, que luego del reencuentro y el rezo, se esparcirían en busca de las ofertas que encontrarían en cualquiera de nuestros establecimientos, y muy especialmente, repetimos, de restaurantes y cafeterías, además de hoteles. Y si no somos capaces de encontrar la fórmula que les proponemos, estamos convencidos de que dejaríamos pasar una gran oportunidad.

Para sí quisieran otras ciudades contar con el valor añadido que aporta la patrona de la ciudad y de la diócesis, a la que acuden miles y miles de personas durante todo el año, pero que sabemos aumentarían de manera significativa si a muchas de ellas, sobre todo mayores y enfermos, les evitáramos recorrer los más de treinta kilómetros que la separan de Andújar. Por supuesto, se trata de una propuesta honesta y bien calculada, aunque aceptemos de entrada que fuera rechazada por los posibles daños o limitaciones colaterales que podría generar su implantación. Sin embargo, en esta ocasión no se trata de pedir milagros a quien todo lo puede, y sí de rogarle algo de ayuda a una ciudad que la necesita con urgencia.