Con diferencia, la presentación por parte del Gobierno de la reforma laboral que cambiará sensible y significativamente las relaciones de los trabajadores con las empresas e influirá enormemente en el mercado de trabajo de nuestro país, está siendo la noticia más comentada en foros y asambleas. Así, en línea con lo que les decimos, el líder de UGT ha venido a decirnos que los empresarios pedían cambios y financiación, y que el Gobierno les ha dado efectivamente cambios y, además, un garrote, pero no financiación. Por su parte, Comisiones Obreras insiste en que estudian en estos momentos el recurso de inconstitucionalidad de la ley. Luego, procedentes de foros y tertulias radiofónicas y televisivas, hemos escuchado casi de todo, desde que con esta ley el empresario recupera la capacidad y la organización de su empresa a que lo que más preocupa de la reforma es que la marcha atrás es muy complicada, pasando porque se han debilitado las condiciones de los trabajadores indefinidos y no se ha hecho nada con los temporales.
Según la patronal, que en este asunto no hace falta que insistamos en que adquiere un protagonismo absoluto, ha vaticinado que los resultados positivos los empezaremos a notar a medio plazo, concretamente después del verano. También ha asegurado que lo que quiere el empresario es contratar y no despedir, pero que cuando tiene que hacerlo no es aceptable que el ochenta por ciento tenga que ser por vía improcedente, y exige la aplicación de las causas objetivas. La patronal también entiende que la mejora de la reforma de 2010, en el tema de las causas objetivas, que es un asunto clave en esta reforma, fue puesto por el Gobierno de Zapatero, y ha empezado a dar sus frutos, en el sentido de que el despido improcedente en España deje de ser una anomalía y sí que cuando lo sea, se base en causas perfectamente objetivas. Y, según ellos, había dos posibilidades: o no hacer nada y seguir como estábamos o intentar hacer algo. Por eso están convencidos de que se ha tomado esta vía en un intento de oxigenar y clarificar el mercado laboral en España e intentar posteriormente, después de un período sin crear empleo, intentarlo con fuerza pasados unos meses. Finalmente, están convencidos de que en el corto plazo, esta reforma ni ninguna otra, va a crear empleo por decreto, entre otras razones, porque la situación de la economía española es lo suficientemente compleja como para que a partir de mañana pueda crearse empleo.
Los empresarios coinciden en que lo importante es hacer reformas que mejoren la competitividad de España, porque mejorando nuestras exportaciones se creará empleo. Y ponen como ejemplo que, si hay coches mejores, si nos acercamos a Alemania en la producción de vehículos, se contratará a más gente, puesto que la empresa que tenga pedidos o carga de trabajo, no despedirá a nadie. Mientras, las opiniones de los dos sindicatos mayoritarios, UGT y CCOO insisten por boca de sus dirigentes que la implantación de la reforma laboral ha sido virulenta y que se ha invadido un terreno que habían pactado con la patronal, un acuerdo, por cierto, muy bien valorado por las partes y que, sin embargo, desde el Gobierno le han dado un golpetazo que les ha llevado a solicitar a la ministra que todo aquello que invade el terreno de la flexibilidad negociada y del acuerdo de contención de rentas lo dejen en suspenso, por lo menos durante el período de vigencia del acuerdo. Por otra parte, reconocen que entre los empresarios también hay cierta preocupación, porque ellos pedían cambios y financiación, y lo que les han dado ha sido un instrumento para que intenten sacar de los derechos laborales y de los salarios las necesidades de financiación. Y eso no les gusta a los empresarios que tienen conciencia.
Resumiendo: que de las tres partes que tienen que ver con la nueva reforma, es decir, Gobierno, patronal y sindicatos, sólo la rechazan estos últimos. ¿Quiere esto decir que dos ganan y uno pierde, o que dos saben lo que se hacen y el otro ni se entera? Pues todo indica que es así.