miércoles, 15 de febrero de 2012

LOS ABUELOS SON EL SOPORTE ECONÓMICO DE MILES DE FAMILIAS


Estaremos de acuerdo en que los parámetros desde los que nos hemos regido hasta ahora han dejado de sernos útiles y nos hemos visto obligados a reconducir nuestra vida familiar y profesional si queremos seguir viviendo con algo de dignidad. Conociendo que casi trescientas mil familias tienen en paro a todos sus integrantes y que más de un millón de extrabajadores han dejado de percibir las ayudas provenientes del Estado, o cambiamos muestras perspectivas de futuro o la corriente acabará llevándonos a un punto sin retorno. Y aquí entra de lleno la figura de los abuelos, esos a los que no hace tanto teníamos arrinconados en casa y a los que acudíamos de vez en cuando a preguntarles por la salud. Y precisamente echamos mano de ellos cuando comprobamos que disponían de un tiempo que a nosotros nos faltaba y que serían unos excepcionales cuidadores de nuestros hijos. Por eso se incorporaron de nuevo a la familia de un día para otro, y sin explicaciones ni permisos, porque era sí o sí. Su papel no es otro que el recoger a los menores en casa y llevarlos y traerlos del colegio o la guardería, y aguantarlos hasta que sus padres vuelvan de sus respectivos trabajos. La tarea parece sencilla, pero no lo es, porque adquieren una responsabilidad de gran importancia y no siempre desarrollan su tarea conscientes de que en sus manos sostienen a un miembro familiar especialmente inquieto y que genera constantemente peligro.

Pero el papel de los abuelos es mucho más importante de lo que creemos en los tiempos que corren. Sin ir más lejos, los vemos ayudando a los hijos que se han quedado desempleados, y también a los nietos, porque la penuria económica camina con tanta fuerza que se está llevando por delante a todo aquel que confía en una mejora inmediata. En una situación tan exigente y tan compartida, la pensión de los abuelos se ha convertido en la única posibilidad de aguantar hasta los tiempos que nos permitan recuperarnos y volvamos a vivir dignamente de nuestro sueldo. Es ahora cuando conocemos en realidad la importancia que tiene la solidaridad y de modo especial la que nos aportan nuestros mayores, capaces de quitarse el pan de la boca para dárselo a quienes lo necesitan. Así ha sido desde siempre, porque ellos aprendieron en tiempos difíciles de verdad, en los que todo era de todos y todos debían ayudarse para superar el día a día. Nosotros, no. Nosotros nos hemos dedicado a dilapidar lo poco que teníamos y a disfrutar sin límites.

Por nuestra parte, curtidos en situaciones más holgadas, que hemos tenido la oportunidad de casi tocar el cielo en cuanto a lo que hemos poseído y disfrutado, la situación por la que atraviesa el país y que padecemos con crudeza no la llevamos nada bien. No han sido pocos los que han protagonizado la fábula de la hormiga y la cigarra y hoy, precisamente porque no entendieron la importancia de contener el gasto y de guardar para cuando faltara, se ven viviendo una situación desoladora de complicada salida y a la que nadie por el momento se ha atrevido a ponerle fecha de caducidad. Por todo lo que les contamos, la importancia de la pensión de nuestros abuelos ha pasado a tener un protagonismo desconocido y servir como la única fuente de ingresos de toda la familia. Sin embargo, en ningún caso se debe entender este comentario como algo que nos avergüence o que debamos callar; al contrario, en momentos así, mostrar nuestro agradecimiento a quien tanto desprendimiento muestra por nosotros a cambio de nada nos debe animar a presumir de quienes quizá tuviéramos un poco olvidados.

Está claro que a veces, para recuperar la memoria y el sentido común, solo es necesario que la vida se nos complique. En el caso que nos ocupa, con los abuelos y bisabuelos como protagonistas, a nadie se le hubiera ocurrido pensar que gracias a ellos podemos ir tirando. ¡Las vueltas que da la vida, señoras y señores!