lunes, 6 de febrero de 2012

MENOS EMPLEO, MÁS EXIGENTE Y PEOR PAGADO

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Los enfrentamientos entre partidos políticos son causa directa del empobrecimiento de las ideas al que asistimos a diario. Lo fácil es denunciar al de enfrente, a los que no están de acuerdo con sus teorías políticas, y dejar claro que éstas llevadas a la práctica sí que propiciarían la mejora del sistema y de la vida de los ciudadanos. Sin embargo, en la calle se extiende, por fin, la idea de que conseguido el consenso, empujando todos en la misma dirección, es más que probable que la situación por la que pasa el mundo, y especialmente nuestro país, podía cambiar el rumbo hacia posiciones más holgadas una vez conseguido trabajo para todos y mejoras laborales aceptables para las partes enfrentadas, es decir, patronal y trabajadores. Por ahora, y hasta que no se conozcan los resultados de las elecciones autonómicas de Andalucía, las verdaderas decisiones por tomar estarán en situación de descanso, convencidos los que esperan auparse al poder de implantarlas casi al día siguiente de tomar posesión. Así ha sido como hemos conocido las decididas por el actual Gobierno de la nación, obligado por las circunstancias y convencido de que serán las últimas.

Si acaso llamar la atención sobre la reforma laboral que conoceremos pronto, convencidos que impondrá nuevas fórmulas de entendimiento entre la clase trabajadora y el empresario, y que, de todas todas, saldrá perdiendo el de siempre, aunque es el objetivo de la nueva reforma aseguran que mejorará sensiblemente el mercado de contrataciones y de despidos. De acuerdo con los sondeos que se han hecho alrededor de esta nueva decisión del Gobierno, todo indica que el abaratamiento de los despidos, menos beneficios sociales, menos vacaciones, menos posibilidades de mejorar en su puesto de trabajo, más horas a la semana y las extraordinarias no remuneradas, extinción de los convenios colectivos en donde figuraran obligaciones con cargo a las empresas, etc., serán parte del nuevo escenario de entendimiento. Y que conste que se perderán en la empresa privada y también en la pública, en donde los beneficios sociales son muy superiores. El dato lo confirman los despidos que se vienen produciendo en diferentes ayuntamientos, diputaciones y delegaciones de organismos centrales y autonómicos, que nos aclara el futuro que se nos viene encima al tiempo que activa a quienes, especialmente perdidos en las Administraciones más próximas, desarrollan tareas muy poco valoradas y con escaso rendimiento de lo que hacen. Lo de ser funcionario, de acuerdo con la situación económica que vivimos, pronto dejará de ser una bicoca para convertirse en un empleo con la misma precariedad laboral que en cualquier empresa, detalle que es muy posible elimine o erradique la idea que del trabajo y entrega de estas personas se tiene en la calle.

Para empezar, la tijera del Ministerio de Economía ha entrado en las cajas de ahorros y bancos que previamente han sido intervenidos por el Estado o han recibido ayudas económicas para su reflotamiento. El que a un presidente de una entidad bancaria le haya sido reducido el sueldo de cinco millones de euros al año a seiscientos mil cuando menos nos alivia cuando de comparar se trata, además de servir de excepcional imagen de cara a la ciudadanía, que observaba a estos magnates del dinero como intocables y con sueldos de infarto. También debemos valorar como más que aceptable, la exigencia del Gobierno con respecto al fondo que deben financiarse los propios bancos y evitar de esta forma la crisis de algunos de ellos, lo mismo que estamos obligados a plantearnos cuando de valorar las medidas implantadas para generar posibilidades reales de que los pisos nuevos y usados salgan al mercado en mejores condiciones económicas de las actuales y, paralelamente, se puedan conceder préstamos hipotecarios. Consecuentemente, a falta de la reforma laboral temida desde antes de ser conocida, las decisiones que se están tomando suavizan claramente el rechazo popular que se producirá cuando se conozcan los detalles.