Los analistas en general y los económicos en particular mantienen un exhaustivo control sobre los movimientos de los mercados, de forma que cualquier detalle, aunque no aparente tener trascendencia, es valorado de manera que acabe siendo un dato de gran importancia visto desde sus particulares parámetros. Es el caso, por ejemplo, del Índice de Confianza del Consumidor, del que seguro no conocíamos ni siquiera su existencia, pero que, como veremos, la tiene y mucha, ya que su labor es recoger cada mes la valoración de la evolución reciente y de las expectativas de los consumidores españoles relacionadas con la economía familiar y el empleo. De acuerdo con estas premisas y según los datos dados a conocer por el Centro de Investigaciones Sociológicas, este indicador ha caído 2,4 puntos respecto a enero de 2011. Pero hay más, puesto que durante este mes de enero ha alcanzado 68,3 puntos, lo que supone casi tres puntos menos que el pasado mes de diciembre. Resumiendo estos datos, sabemos que el 68,9 % de los españoles cree que la situación de la economía española es peor que hace seis meses; mientras que el 69,7 % afirma que el momento para encontrar un puesto de trabajo o mejorar en el actual es más negativa que hace seis meses. Se entiende la preocupación de la ciudadanía porque la crisis le afecta cada vez con más fuerza, y de ahí los resultados del índice de confianza que muestran los compradores, que se han vuelto más controladores del gasto, de manera especial de todo aquello que pueda ser entendido como lujo o capricho o de lo que pueda prescindir.
En relación con la situación de las familias, el 53,4 % de los encuestados asegura que es igual o mejor que hace seis meses, aunque el 42,4 % llega justo a fin de mes. Por su parte, a un 21,5 % les resulta cada vez más difícil llegar a fin de mes y se ven obligados a echar mano de los ahorros o deciden contraer deudas, que tampoco es tarea fácil. Precisamente fueron estos mismos los que aseguraron que les iba peor por el efecto del alza continuada de los precios/inflación, que es de un 25,9 %; otros lo achacaron al estancamiento del precio del suelo, con un 20,7 % del total, y finalmente no faltaron los que afirmaron que algún miembro de la familia está en paro, dato que es apoyado por un 17,2 %. Las previsiones sobre la reducción del precio de las viviendas actualmente en venta, especialmente en manos de las entidades bancarias, parece que permitirá un repunte económico al alza del que podía beneficiarse un mercado en permanente caída desde 2008. No obstante, las organizaciones que controlan este tipo de mercados ya han avisado de que se producirá un enfrentamiento entre los bancos y cajas de ahorro y los vendedores particulares que quieran colocar su piso o casa en el mercado, puesto que el poder económico de una de las partes es muy superior a la otra, además de que están convencidos de que las hipotecas que se soliciten para la adquisición acabarán por decantarse a favor de las entidades de crédito porque son ellas las que las dan o las deniegan.
Nadie ignora que la situación económica del país se encuentra en un momento realmente crítico y que las decisiones que se tomen por parte del Gobierno no solo serán observadas por los mercados con verdadero interés, sino que pueden suponer una peligrosa regresión económica. Así las cosas, si de verdad se controla el gasto de las comunidades autónomas, se entregan los quince mil millones de euros anunciados para que éstas paguen a sus proveedores, se consigue más financiación a particulares por parte de bancos y cajas de ahorro, además de otros cientos de medidas económicas por llegar si es verdad lo que nos cuentan desde los Ministerios responsables, las posibilidades de recuperación no parecen que estén lejos.