viernes, 9 de marzo de 2012

EL IMPORTANTE PAPEL QUE DESARROLLAN LAS AUTOESCUELAS Y SU PROFESORADO


Aunque estamos convencidos de que hoy no conseguiremos la unanimidad entre quienes nos escuchan o nos leen, queremos, una vez más, destacar el importantísimo papel que juegan en el tráfico rodado las autoescuelas y muy especialmente sus profesores y profesoras. Y queremos defender sus conocimientos, su dignidad profesional y su impagable aportación porque desde la Dirección General de Tráfico siguen sin reconocer que no entenderíamos otra forma de acceder al permiso de conducir sin su participación. Estos profesionales, lo quieran o no los técnicos de Tráfico, son los que batallan con el alumnado, los que los convencen de que, además de saberse las triquiñuelas para hacerse con el permiso a la primera, tienen que estudiar y cumplir a rajatabla con el tiempo y las clases prácticas que necesitan si de verdad quieren salir con su coche a la calle en condiciones óptimas. Son estos mismos los que nos atan cortos cuando queremos demostrar nuestra capacidad para pisar el acelerador, los que nos enseñan a eliminar los malos modos cuando vamos al volante y los que, sobre todo, hacen todo lo posible para convencernos del peligro que conlleva conducir.

La Dirección General, dedicada por completo a la burocracia y a obligar a estos profesionales a su cumplimiento, dedica muy poco tiempo a saber de su problemática y sus verdaderas posibilidades en cuanto a mejorar el entendimiento y desarrollo de las normas por parte del alumnado, que por el momento corre exclusivamente por su cuenta y riesgo. Las razones del actual desencuentro entre las dos partes no crean ustedes que son de ahora; al contrario, vienen de muy lejos y coincidiendo con la solicitud de este colectivo de llevar la educación vial a los colegios, decisión que fue muy bien valorada en todos los foros ligados al mundo del automóvil, pero que no sentó nada bien al por entonces director general, que la entendió como una ingerencia injustificada e insostenible. Sin embargo, desde el mismo año en que se aprobó el Código de la Circulación que aún nos rige, que fue en 1934, lo de acudir con él a los colegios era ya demanda compartida por los responsables de la incipiente Dirección General de Tráfico.

Nosotros entendemos que las sinergias positivas que este colectivo podría aportar al mejor conocimiento y enseñanza de las normas de uso y posterior disfrute de los vehículos, se pierden por la negligencia y no menos por el menosprecio de quienes se convencen a sí mismos y a diario de que no es posible encontrarlos mejores. Y se equivocan peligrosamente, ya que la experiencia de una persona que se pasa el día sentado en su mesa de trabajo inventándose normas nuevas que aplicar o que implanta señales que nos limitan la libertad de movimientos cuando conducimos no es comparable ni de lejos con quienes pasan la jornada departiendo sus conocimientos en sus aulas de trabajo, cuando no sentados junto a un alumno que lo espera todo de él.

Es posible que la llegada de los nuevos responsables de área tan importante asuman de una vez que incorporar parte de la experiencia que acumulan estos profesionales pueda, también, intervenir en el descenso que se registra desde hace unos años de accidentes y víctimas en nuestras carreteras. Mientras tanto, seguiremos apoyando a quienes tanto hacen por mejorar el tráfico, aunque no sean reconocidos por las esferas oficiales.