viernes, 16 de marzo de 2012

LOS CARBURANTES, SU PRECIO, SON EL SUSTENTO DE LA MITAD DEL PAÍS


El precio de los carburantes está influyendo cada día que pasa nada menos que en nuestra calidad de vida. Las subidas son casi diarias y a éstas debemos añadir que los impuestos de todo tipo recaen sobre nuestros escuálidos ingresos haciendo saltar por los aires las alarmas del ¡ya no puedo más! Entre el gremio del camión, los profesionales que de él dependen, especialmente los autónomos, sencillamente están tirando la toalla conforme pasan los días y comprueban que poner su herramienta de trabajo en marcha les supone un coste que, y es lo peor, luego no recuperan de ninguna de las maneras; eso si no tienen que vérselas con un contratante que no acostumbra a abonar sus deudas. Y es así porque el kilometraje no se paga como debería, es decir, que lo suyo sería que subiera y bajara conforme lo hace el combustible. Por lo tanto, desde el momento que se realiza un transporte que representa, por ejemplo, mil euros de combustible y al que se le debe añadir el porcentaje de beneficios que el profesional necesita para vivir y pagar los impuestos que le suponen la explotación de su empresa, además de los seguros, las reparaciones, etc., y sólo recibe novecientos, pocos serán los que no entiendan las razones que intervienen en que muchos de ellos hayan decidido no salir a la carretera hasta que la situación mejore. Al menos, como diría el castizo, mientras el cuerpo aguante, porque lo laboral se ha aupado al primer puesto de la preocupación de los españoles con todos los derechos y cualquier decisión que se tome en ese sentido debería ser valorada con cautela para evitar males mayores.

A la intervención del Estado en la presión impositiva sobre los carburantes, que podíamos calificar de salvaje, desproporcionada, injusta e insoportable, con ser decisiva para más de la mitad de los españoles y que está haciendo subir los precios de infinidad de elementos que nos son imprescindibles en el día a día, debemos sumar el impuesto particular de las comunidades autónomas que han decidido sacar tajada también de ellos y que, céntimo a céntimo, encarecen los desplazamientos de sus vecinas y vecinos. Por lo tanto, que a nadie se le ocurra pensar que se trata de una situación coyuntural y pasajera, porque se equivoca por completo. Muy al contrario, los carburantes siguen siendo objetivo prioritario de los gobiernos que pululan por nuestro país, y ojalá que no se les ocurra a las diputaciones y los ayuntamientos obtener también su permiso para gravarlos aún más, porque entonces sí que tendríamos que encerrar el coche en un garaje a esperar a que pase el temporal, si es que algún día pasa, que eso está por ver.

Por el momento, la situación es compartida por todos los profesionales del sector de la automoción, desde el taxista al repartidor, pasando por el transportista de mercancías y de personas, que no acaban de entender las razones de nuestros gobernantes cuando, para conseguir la realización de sus promesas electorales, han decidido arruinarlos. Así de simple. Por lo mismo, que a nadie se le ocurra, repetimos, creer el mensaje que desde las más altas esferas nos hacen llegar, y según los cuales, en cuanto España normalice su deuda y el mercado laboral mejore, todo volverá a estar como estaba. ¡Y esa es otra!, porque cómo estaba antes, y antes de cuándo, porque no es lo mismo que la fecha de referencia sea el 2006 que el 2011. Por lo tanto, es evidente que se trata de una maniobra alevosa firmada por la clase política y que no tiene mayor intención que la de quitarse responsabilidades de encima al menos por un tiempo, justo, miren por dónde, el que necesitan para controlar lo que por el momento parece que ni siquiera entienden.

Mientras tanto, y como todo corre de nuestra cuenta, deberemos acostumbrarnos también a ir dejando el coche aparcado y andar un poquito, que aseguran que es bueno para la salud. Y nosotros añadimos que mucho mejor para nuestro bolsillo, que por ahora es el único que muestra peligrosos síntomas de cansancio.