lunes, 21 de mayo de 2012

LA CRISIS SE ESTÁ LLEVANDO LO MEJOR DE NOSOTROS


Se nos ha ocurrido que hoy también podíamos coincidir en la interpretación de la realidad en la que nos desenvolvemos, en el día a día que nos muestra un mundo en el que convivimos los cuerdos y los locos sin que unos y otros percibamos detalles sobre nuestra personal desestabilización psíquica. Es una situación cuando menos compleja, extraña, que nos presiona a veces hasta retirarnos el aire y que nos angustia y entristece. Pero así está el mundo, repleto de egoísmos desproporcionados, de decisiones equivocadas que acaban dañando a quienes están cerca y de personas que hace años que perdieron el gusto por la vida y por sus congéneres. Se puede entender nuestra propuesta de hoy como se prefiera y naturalmente de acuerdo con la percepción que cada uno de nosotros tengamos de la vida, pero seguro que coincidiremos en lo básico: que no vamos bien, que marchamos en la dirección equivocada, en que nos hemos creído el centro del mundo hasta hace muy poco y que ahora, debido al agobio que nos ahoga, nos ha devuelto a la realidad débiles y maltrechos. Será muy difícil interpretar el cambio que algunos de nuestros amigos muestran ahora si antes no nos detenemos a analizar su particular calvario, que presumimos duro y largo en un desierto voraz que engulle hasta las dignidades más duras. La crisis económica nos ha superado y, además, nos está dejando muy maltrechos e incapacitados para reiniciar nuevos proyectos, para plantearnos recuperar el tiempo y el espacio perdido.

Lo lógico y creemos que fácil de entender es que no todas las personas estamos preparadas para enfrentarnos a semejante momento, especialmente desde que la fuente de ingresos que nos ha permitido hasta ahora disfrutar de una vida holgada y no exenta de caprichos, ha dejado paso a la miseria sin casi darnos cuenta. Así lo dijimos la semana pasada cuando agradecíamos a las organizaciones de caridad de nuestra ciudad su implicación en el alivio del hambre que muchos de nuestros vecinos conocen desde hace meses y para el que aún no han encontrado remedio: la deshumanización preside casi todo lo que hacemos y es causa directa de que el número de marginados aumente por horas. Y lo peor de todo este asunto es que quienes debían no solo ayudarnos a salir del atolladero en el que ellos mismos nos han metido, comprobamos que no son capaces de encontrar soluciones que ni siquiera palien el mal trago de tantos millones de personas.

Es la crisis la que está influyendo en lo más íntimo de las personas y la que nos está cambiando nuestra percepción de la realidad, contribuyendo por otra parte a que un exacerbado egoísmo se apodere de todas nuestras decisiones. ¡Y claro que este radical cambio influye en la estabilidad emocional de quienes tenemos más cerca! Nos hemos vuelto menos expresivos en público, nos hemos aislado del mundo temerosos de que éste nos demande ayuda, de que nos recrimine nuestra insolidaria actitud… Sin embargo, no caer en la cuenta de que lo peor está por llegar, de que las noticias no son nada halagüeñas y que desde todos los ángulos de la información nos llegan los peores presagios, nos convierte en el punto de mira de una crisis a la que ni desde lejos se le intuye el fin.

Por si nos faltaba algo, el tiempo corre que se las pela incrementado los problemas que nos acucian y alargando los amargos días que tanto nos apenan. Arrimar el hombro y echar una mano es sin duda la mejor decisión para un tiempo en el que la solidaridad de todos para todos es imprescindible. No se trata de dar un poco de lo que nos sobra para callar bocas y sí de participar en todo aquello que pueda resultar beneficioso para los más apurados. Y les podemos asegurar que las necesidades son muchas y pocos los esfuerzos que hacemos en favor de cuando menos suavizar los malos momentos que atraviesan nuestros vecinos y vecinas.