Si tienen la amabilidad de dedicarnos un poco de su atención, tomen nota de estos titulares: “Detenido el marido de una mujer degollada”, “Detenido un joven por abusar sexualmente de varios menores en un pueblo de Álava”, “Detienen a un hombre que quería vender por Internet seis bebés muertos”, “Piden nueve años de cárcel para dos jóvenes que dieron una paliza a una mujer de ochenta años”, “En paradero desconocido el hombre que sustrajo a su hijo en un colegio de Barajas”, “Hallado muerto un joven en una calle de Lloret de Mar”, “Condenada por manipular cabinas para conseguir monedas”, “Detenida la expareja y la suegra de una joven a la que obligaban a mendigar siendo menor”, “Detenidos por simular un robo en su casa para estafar 90.000 euros al seguro”, “Un niño encuentra un dedo humano en un bocadillo”… Evidentemente, si insistimos en que el mundo está un poco loco, que aumentan los que han perdido el norte de manera alarmante y de que finalmente todos somos enemigos de todos, en ningún caso deberían ustedes de calificarnos de exagerados.
Por otra parte, como hoy todo se quiere ligar a la crisis económica y son muy pocos los que se plantean la percepción de un aumento de personas que no andan cuerdas del todo, observen que en los titulares que les hemos leído y que corresponden a los más destacados de la semana pasada, solo la estafa que pretendían hacerle a la compañía de seguros, de nada menos que noventa mil euros, destaca con respecto a la necesidad de dinero que se anuncia como causa de la mayoría de los delitos que se controlan en España. Es cierto que también la venta de los seis bebés muertos y la manipulación de la cabina telefónica tienen su origen en hacerse con dinero fácil, pero en ningún caso lo deberíamos unir al resto sin analizarlos antes. Mucho peor y más doloroso, y desde luego que directamente ligado al robo descarado de dinero público, son los casos de los despidos y prejubilaciones de algunos de los presidentes y consejeros de entidades bancarias, que no solo deben entenderse como escandalosos, sino delictivos. De hecho, el fiscal general del Estado, por fin, ha decidido mandar investigar estos casos suponemos que porque desde su percepción particular vislumbra delito en la actuación de estas personas. Lo que en la calle se conoce de este asunto es que muchos de ellos se fueron de rositas con unos cuantos millones de euros en el bolsillo y dejaron sus respectivas entidades en la ruina. Con diferencia, por tanto, se trata de un caso que clama venganza y que debería de ingresar en prisión a la mayoría de ellos si de verdad se quiere que en la calle se confíe en la Justicia.
Es lamentable que cualquiera de nosotros se exceda conduciendo su vehículo o aparcándolo en doble fila y que por esta negligencia deba abonar la sanción correspondiente y que, si decide no hacerlo, no pasará mucho tiempo sin que su cuenta siga siendo suya porque la Hacienda Pública la embargará hasta que abone lo que debe, mientras otros delitos, incluso gravosos para el Estado, no encuentren culpables. Y estamos convencidos de que lo son porque estos prohombres de las cajas de ahorros y bancos se han llevado en público, mirando al tendido, un dinero que no les correspondía ni de lejos, que han echado mano de la caja y se han llevado lo que les ha parecido bien con el beneplácito, al menos hasta ahora, de los organismos encargados de controlar que estos desmanes no se produzcan. Ahora de lo que se trata es de seguir la noticia del trabajo que realice la Fiscalía del Estado y esperar su resultado. Naturalmente, si nos ajustamos estrictamente a los escasos conocimientos que tenemos del Derecho y la Justicia, seguro que no calmará nuestra sed de que se haga justicia con estos desalmados.
Los titulares de los delitos a los que hemos hecho referencia estamos seguros de que recorrerán en los juzgados canales claramente diferenciados, porque diferentes son los autores de los delitos. Los que aseguran que la Justicia debe ser igual para todos lo hacen de buena fe, o eso queremos entender, pero para sus adentros asumen que ni de lejos es cierto. Y si no, al tiempo.