lunes, 18 de junio de 2012

EL FUTURO DE LOS MÁS JÓVENES EMPEORA POR DÍAS

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La terrible crisis económica que tanto nos condiciona de cara a nuestro futuro más inmediato, está haciendo mella de manera especial en los jóvenes. Es verdad que los parados que tienen entre cincuenta y sesenta años sencillamente no tienen ninguna posibilidad, pero los más jóvenes lo tienen todo por hacer y necesitan con más urgencia de las facilidades de todo tipo que le proporcionarían un empleo. El hecho de que el paro registrado en nuestro país resulte ser el que más universitarios acumula nos da una idea real de lo que está ocurriendo y la urgencia con la que se deberían plantear las políticas de empleo si de verdad se quiere salir de donde nos encontramos y donde nos han metido. La decisión de muchos de nuestros jóvenes de seguir estudiando antes que verse como demandantes de empleo también nos sitúa ante la realidad de la problemática de quienes, habiendo finalizado su preparación y recibido su título de doctor en la disciplina que hayan  elegido, deciden seguir estudiando (siempre que les es posible, porque recordemos que las tasas universitarias suponen un buen bocado a la economía familiar), antes de sentarse a esperar a que le lleguen ofertas para incorporarse a un puesto de trabajo. Tampoco faltan los que, ante la imposibilidad de encontrar empleo en nuestro país, huyen hacia otros mercados de los que se oyen buenas nuevas, como ocurre con Alemania, en donde especialmente los licenciados parece que tienen asegurado un puesto de trabajo.

Sin embargo, lo de encontrar una empresa a la que dedicar sus conocimientos y experiencia no es fácil, pero ni aquí ni en ningún otro lugar. La situación nos devuelve a los años sesenta, cuando escuchábamos aquello de que en Europa se ataban los perros con longanizas, frase hecha y tópica y desde luego que irreal. En momentos tan críticos para la economía mundial, el empleo se ha convertido en el deseo de millones de personas y, consecuentemente, los filtros que las empresas colocan cuando tratan de encontrar al mejor de entre los que se presentan a las entrevistas, alcanzan las máximas sofisticaciones y exigencias en cuanto a la preparación de los candidatos y la experiencia que aporten. Y lo podemos ver en las ofertas de empleo público y privado, a las que solo pueden acudir los superdotados, porque de otra forma tiene el no garantizado.

Esta es la realidad, pero ¿la autoridad competente tiene pensada alguna medida que sirva para controlar el empleo de los jóvenes? ¿Han entendido que se pueden perder una o dos generaciones como si tal cosa? ¿Serán conscientes de lo que supone la pérdida positiva que representa para el país el que estas personas no puedan desarrollar sus carreras y aportar sus ilusiones en las tareas que se les encomienden? Por el momento, parece que su prioridad es la banca española y su futuro, que es a lo que se están dedicando en cuerpo y alma. Nosotros creemos que paralelamente se podía trabajar en controlar más y mejor el empleo juvenil si de verdad se busca una salida digna para tantos miles de desempleados que no llegan a los treinta años. Lo que ocurre es que entenderlos supone para nuestra clase política, por ejemplo, asumir el movimiento 15-M y la totalidad de sus reivindicaciones, y no creemos que ni de lejos estén dispuestos a escucharlos.

De lo que puede devenirnos en no mucho tiempo, de lo que podemos esperar de tanta gente desocupada, de lo que puede derivarse una vez agotada cualquier posibilidad de ir tirando, nadie lo sabe, pero desde luego que nada bueno. Cuando el paro ha alcanzado las cifras que conocemos, cuando el agobio hace tiempo que vive en millones de hogares, cuando se quiere pagar y no se puede y, precisamente por este detalle, te echan a la calle y te quitan la vivienda impunemente, podemos esperar cualquier cosa y por supuesto que nada agradable. Ojalá aún estemos a tiempo y no tarde en desaparecer el terrible panorama que tenemos por delante. Que así sea.