
Que los malos tiempos que corren han activado el ingenio de muchas personas es algo que comprobamos a diario; que entre nosotros el más tonto vuela, tampoco nos debe extrañar. Es evidente que la necesidad ha agudizado el ingenio de muchas personas que han visto cómo hacer dinero en España es fácil y en ello ponen algo más que empeño, y lo malo es que solo lo consiguen los que usan del engaño y el abuso para sus propósitos. Es el caso que hemos conocido estos días y según el cual, la Guardia Civil ha detenido en la denominada 'Operación Sarpe' a 53 integrantes de una red que defraudaba a la Seguridad Social mediante cobros irregulares de subsidios por desempleo y en la que pueden estar implicadas finalmente unas 200 personas, Éstas, en el año 2011, estafaron unos 600.000 euros en cobros irregulares de subsidios. Los detenidos han prestado declaración y solo cuatro permanecen encerrados; el resto ha quedado en libertad con cargos. Uno de los cuatro detenidos es el cabecilla de la trama, que posee numerosos antecedentes por delitos contra la propiedad y las personas.
De acuerdo con los datos conocidos, resulta que estos estafadores habían creado un entramado de empresas fantasmas desde el año 2009, a través de las cuales realizaban contrataciones de personas de origen extranjero para puestos de trabajo inexistentes con el objetivo de que pudieran llegar a consolidar derechos o crear expectativas de futuras prestaciones, como son las distintas modalidades que les ofrece el subsidio de desempleo español. Por supuesto, la cosa no iba gratis para los supuestos trabajadores, ya que debían pagar a la organización una cantidad de dinero para que ésta les tramitara el cobro del subsidio que le pudiera corresponder por el tiempo de trabajo que supuestamente deberían haber realizado, llegando a percibir el trabajador entre 2.500 y 13.000 euros por año.
El resultado de la operación policial nos demuestra lo que al principio les decíamos, es decir, que en nuestro país lo de estafar no es que esté de moda, que lo está, sino que es relativamente fácil. Solo es necesario poner intención en ello y aprovecharse de la inmensa burocracia que maneja los hilos de todas las Administraciones y, mientras que nos descubren, situación que suele ocurrir pasados dos o tres años, nos da tiempo suficiente de poner tierra de por medio. Además, añádanle ustedes la otra realidad, la que tiene ver con el enjuiciamiento de la causa en cuestión, que nos puede llevar cuatro o cinco años. O sea, que para cuando el tribunal vea el caso, o bien ha prescrito o han fallecido o desaparecido los actores principales. Resumiendo, que el trabajo policial sigue siendo brillante y de gran efectividad, pero en el obligado encuentro en el que los defraudadores del tipo que sean se las tienen que ver con la lentitud que preside el trabajo de la Administración de Justicia, finalmente quedan impunes.
Puede que suene demasiado dura o frívola nuestra interpretación de la realidad, pero el hecho de que, como en el caso que es el origen de este comentario, haya sido protagonizado por delincuentes del Este de Europa, que iban y venían a España como si tal cosa a recoger el dinero de su defraudación a la Seguridad Social , nos da una idea realista de la opinión que tienen los ciudadanos de otros países sobre nuestro sistema policial y judicial. Por el momento, hemos sido escogidos por la facilidad que les damos, tanto particular como oficialmente, para realizar sus fechorías, que van desde robos en viviendas, de vehículos de alta gama, atracos varios, asesinatos por encargo, etc. Pero en cualquier momento es posible que nos enteremos de más y más sofisticadas operaciones.