martes, 16 de octubre de 2012

DEMASIADOS ERRORES PARA TANTA NECESIDAD




Cada vez estamos más convencidos de que como ciudad, como colectivo, no hemos  sabido estar a la altura de las circunstancias; peor aún: no hemos sido capaces, después de tantos años enviándonos señales, de hacer nuestro el conjunto que se cierra alrededor del fenómeno mariano-económico que preside la patrona. Este fin de semana, viviendo de cerca la fe con la que las miles de personas que vimos en los alrededores del santuario disfrutaban del entorno y, más aún, de la proximidad de la Morenita, llegamos a la conclusión de que alguien, nosotros todos y todas, está haciendo las cosas muy mal, que aceptamos una sangría económica de gran caudal sin mover un dedo en favor de un mejor control de tanta sinergia económica positiva y que ni siquiera en tiempos tan cruciales como los que sufrimos, de intensidad manifiesta y terrible, hemos sido capaces de activar las ideas y encontrar entre tanto fervor popular una fuente de vida en forma de rendimiento económico controlado.

Por el momento y exclusivamente en los treinta y dos kilómetros que nos separan-alejan de nuestra patrona, a lo más que hemos llegado, y siempre de la mano de la iniciativa privada, es a sembrar con la ayuda del selectivo abono que aportan los hosteleros, grandes visionarios de un negocio tan sencillo como inestable y no en todos los casos con acierto. Eso sí, en tantos años acumulados como estrepitoso fracaso sociopolítico, no han faltado las grandilocuencias del político de turno, capaz de convencernos puntualmente de que ahora sí, de que es el momento de iniciar la cuenta atrás que nos presente en sociedad como una comunidad moderna y decidida a construir su propio futuro, y desde luego que el parque natural, y muy especialmente la fe y devoción que a tantos peregrinos y fieles atrae anualmente a los pies de la Virgen de la Cabeza, no podía sernos indiferente. Pocos han sido los que desde la política local y provincial no han observado la sierra y su potencial natural con buenas intenciones, aunque todos también han dejado ver públicamente su incompetencia.

Miles han sido, un año más, los peregrinos que se han plantado a los pies de la Virgen de la Cabeza en una jornada conocida como la Peregrinación Blanca, en donde cientos de personas enfermas física y psíquicamente, además de sus familiares, tienen la oportunidad anualmente de rogar mejoría para sus males. Un acontecimiento tan popular, tan apoyado en un colectivo decidido y convencido de sus creencias, por sí mismo y por la contundencia de las cifras que firman una vez se hacen las cuentas, no debía ser valorado con la timidez institucional que observamos no sin preocupación. Cerrar la jornada laboral cuando tantas personas hacen todo lo contrario, que invierten su tiempo y su dinero en nuestro término municipal y sin necesidad de apuestas institucionales en publicidad para convencerles de nuestras virtudes gastronómicas, monumentales o serranas, nos parece un desproporcionado lujo que, especialmente en la situación tan crítica en la que nos hallamos, ni podemos ni debemos permitirnos. Como hemos dicho en otras ocasiones, a veces buscamos la solución a tanta necesidad demasiado lejos, en mercados extraños y excesivamente avanzados para nuestra escasa preparación política y profesional. Una vez más comprobamos que lo que es bueno para unos no lo es tanto para nosotros, que somos los que de verdad andamos necesitados de mejores condiciones de vida.