lunes, 4 de febrero de 2013

LA FISCALÍA GENERAL DEL ESTADO ACTUARÁ EN EL ASUNTO DE LOS SOBRESUELDOS

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Si echamos la vista atrás, vemos que la corrupción comenzó a sonarnos cuando Juan Guerra, el hermano del por entonces nada menos que vicepresidente del Gobierno, comenzó a enviarnos noticias relacionadas con abusos de poder y comisiones supuestamente cobradas ilícitamente aprovechándose de su parentesco. A partir de entonces raro era el mes o el año que no conocíamos casos de la misma índole y protagonizado por cargos políticos directos o de quienes se aprovechaban de ellos para conseguir dinero extra en forma de sobornos y otras lindezas. Luego llegó lo del GAL, que acabó con un ministro y un director general de la Policía en prisión. Tanto fue el cántaro a la fuente, que el PSOE pagó con una gran derrota electoral tanto despilfarro de dinero público. La etapa de Aznar parece que ha superado con creces lo que protagonizaron sus contrincantes políticos, ya que lo que nos llega como noticia de primer orden no tiene desperdicio y creemos sinceramente que acabará con muchas ilusiones de ciudadanos ingenuos que nunca creyeron, ni de lejos, que estos señores acabarían siendo, presuntamente, unos simples chorizos.


Entendemos que eso de manejar tanto dinero que no es de uno, eso de que los que buscan contratos del Estado no cejen en su empeño y te ofrezcan el oro y el moro, eso de llevarse el dinero público convencido de que nadie se enterará, debe ser algo que, por lo que estamos viendo estos días, supera la decencia del más pintado. Por lo tanto, mandando por delante como mensajero de paz y concordia la presunción de inocencia de todos los encausados, lo que está ocurriendo con buena parte de nuestros representantes políticos es una barbaridad inaceptable. Y no les digo más de las maneras y formas que están usando para eludir su responsabilidad, porque es lo que faltaba a un asunto que huele mal desde que vio la luz y que se ensucia por horas. Por lo que parece, ahora lo quieren arreglar anunciando, porque luego vaya usted a saber si lo cumplen, una auditoría externa y otra interna con el fin de convencernos de que dará luz a la oscuridad de sus cuentas generales. Sin embargo, menosprecian a la ciudadanía de una forma burda e insostenible, porque todo quisqui entiende que el resultado solo dará luz a la contabilidad oficial. La que tiene que ver con los supuestos sobresueldos y las entregas de dinero negro no la conocerán los auditores ni de lejos.

Suponemos que para calmar las quejas que les llegan desde la calle, el fiscal general del Estado ha decidido que, ante la apabullante documentación que ha aparecido en los medios, el asunto merece actuar y eso ha sido lo que mandado a sus subordinados: que investiguen, no sabemos si a fondo o superficialmente, la verdad de todo lo que estamos conociendo a través de la prensa. A partir de ahora no sirven que sean los otros los que tienen la culpa o que se trata de un asunto que tiene como finalidad la de derrocar al presidente del Gobierno o de dañar a su partido, que es lo que se ha venido diciendo conforme aparecían datos sobre el caso. Ya nadie se cree que se haya creado una trama con fines políticos y sí que se trata de averiguar, no ya si se han llevado o no dinero público, que eso no parece admitir duda alguna,  sino de saber cuánto, que es distinto.

Sinceramente, no nos gusta este asunto. Nos sitúa ante un momento especialmente crítico porque se ha producido en el peor de nuestra historia reciente, justo cuando nos encontramos inmersos en una crisis de la que no acabamos de salir. Y es que eso de que unos cuantos se hayan apropiado de un dinero que no les corresponde y con él se hayan  procurado un patrimonio desproporcionado mientras millones de ciudadanos las están pasando canutas, es cuando menos vergonzoso.