jueves, 21 de marzo de 2013

321 DESAHUCIOS DIARIOS EN ESPAÑA ENTRE 2008 Y 2012

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De los datos que nos envían las asociaciones de afectados, sabemos que entre 2008 y 2012 se produjeron en España casi 400.000 ejecuciones hipotecarias; concretamente,  391.032. Esto quiere decir que se mantuvo una media anual de 80.000; con más detalle, y si se descontamos los sábados y los domingos, el total diario fue de 321. Y que conste que son cifras oficiales que nos llegan avaladas por el Consejo General del Poder Judicial y que no separan la naturaleza del inmueble, es decir, que no se especifica si se trata de pisos, chalé, plazas de garaje, un edifico completo, etc. Por lo tanto, está claro que el Gobierno mantiene también en este apartado la habitual falta de transparencia con la que se enfrenta a los problemas de la ciudadanía, ya que sería muy interesante para la estadística poder diferenciar de qué inmueble se trata concretamente. Por supuesto, aunque se insista mucho y se diferencie y matice, en ningún caso se trata de primeras viviendas.


El grueso del drama de los desahucios lo encontramos en las familias que se quedan sin vivienda. De hecho, con que acudamos una sola vez al desarrollo de cualquiera de las reuniones que convocan las diferentes asociaciones, al drama que supone la pérdida de la vivienda debemos sumar el auténtico origen de estos desahucios, ya que es el paro, con un noventa por ciento de incidencia, el que ha sido determinante para que éste se produzca. Y vamos más lejos, puesto que incluso más que el desempleo, en realidad el calvario familiar se inicia justo cuando a los parados se les termina el subsidio por desempleo. Los primeros maxiendeudados que recalaron en las asambleas eran inmigrantes y lo hicieron porque necesitaban de información y ayuda. Su problema: pisos tasados de forma exagerada, adquiridos con tipos de interés asequibles y con cuotas de unos seiscientos euros de media en todos los casos.

Fueron también en las asambleas en donde se descubrieron las irregularidades cometidas mientras se mantenía la conocida burbuja o bienestar inmobiliario, que se hinchaba a diario y nadie hacía nada por controlarlo. Como ejemplo, algunos de ellos cuentan con expedientes la mar de significativos del caos que por entonces se vivía: avales cruzados entre dos hermanos que avalaban entre sí el piso hipotecado, falsos avales, propiedades supuestamente situadas en el extranjero que fueron aceptadas como aval… Eran los años en los que veíamos a ministros y presidentes invitando a los ciudadanos a que nos endeudáramos en la compra de un piso o una vivienda. De hecho, de todos es conocido que la locura por el ladrillo convenció a media España en que alquilar era tirar el dinero. Y todo ello con la complicidad de las oficinas bancarias de barrio y los notarios, que no daban abasto en estampar firmas en las escrituras. Precisamente esto es lo que argumentan muchas de las familias afectadas, que aceptan su parte de responsabilidad, pero que de todas partes recibían presiones y finalmente cayeron comprando una vivienda.

Estamos seguros de que con el comentario de hoy hemos abierto un nuevo cauce para interpretar mejor la realidad de los desahucios. Y todo porque el Tribunal Europeo ha decidido rectificar a nuestro país en algo tan elemental como es el abuso que se produce en la totalidad de las hipotecas firmadas y en la forma en la que se interpreta en España el tema de los desahucios. A partir de ahora, los jueces tendrán también la palabra antes de firmar la orden para poner en la calle a las familias afectadas. Hasta ahora esto no era posible porque la legislación marcaba a la perfección cuáles eran sus posibilidades de interpretación, lo que les ha  hecho ganar las antipatías de buena parte de la población. Esperemos que para empezar los desahucios se ralenticen y que se encuentren fórmulas que aproximen a las partes afectadas en la busca de soluciones.