viernes, 18 de octubre de 2013

EL CASCO EN LAS CIUDADES PARA LOS CICLISTAS, OBJETIVO DE TRÁFICO

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La Dirección General de Tráfico ha dado a conocer un informe que ha elaborado de acuerdo con los datos que les han proporcionado distintas fuentes policiales y hospitalarias y al que hemos tenido la oportunidad de acceder.  De él se desprende que el setenta por ciento de los ciclistas que fallecieron a lo largo del año 2011 tuvieron su causa en las lesiones cerebrales. De hecho, entrando en detalles, sabemos que  fueron la causa mortal en un casi el treinta y siete por ciento de los casos; además, un quince por ciento de los usuarios de la bicicleta que sufrieron heridas graves lo fueron por la misma causa. A todo esto, compartimos con ustedes un detalle que nos parece determinante a la hora de valorar este tipo de accidentes: el treinta y siete por ciento de los setenta y dos ciclistas que murieron el año pasado no llevaban el casco. Más concretamente, veintisiete del total habían decidido no ponérselo. El hecho de que este colectivo de las dos ruedas sea el único que presenta cifras de accidentalidad que superan las del año anterior, es decir, que de cuarenta y nueve fallecidos que se contabilizaron en 2011, en 2012 fueron nada menos que setenta y dos, no ayuda precisamente a que las instituciones se olviden del casco.

Sobre si existe o no conexión entre este aumento y el que registra el mercado de las dos ruedas, la relación parece clara y directa, y que, de no intervenir el sentido común de todos los usuarios, ya en ciudad, ya en carretera, todo indica que se mantendrá esta tendencia. Por los datos oficiales de que disponemos, sabemos que en España existen algo más de tres millones de propietarios de estos vehículos de dos ruedas y que otros tantos la usan diariamente, lo que supone una presencia activa de éstos en las vías urbanas e interurbanas. Asumiendo que el año pasado se superaron con creces las cuarenta y nueve personas fallecidas de 2011, y que las cifras del año en curso no sean precisamente halagüeñas, que desde Tráfico exista el convencimiento de que el casco no sólo debe usarse en carretera, sino también ciudad, no parece del todo descabellado por mucho que este colectivo esté frontalmente en contra.

Para empezar, la Dirección General controla que el número de bicicletas y usuarios ha aumentado significativamente, y precisamente por eso entiende que lo lógico es que aumenten también los accidentes. Consecuentemente, los datos cuando menos alertan a los responsables y les exigen su intervención. Sepan, por ejemplo, que en el año 2011, más de tres mil personas hicieron uso de los hospitales después de haber tenido un accidente de bicicleta. La diferencia con el 2010 fue de más de mil personas y más de mil quinientas si nos referimos al año 2000. En cuanto a los heridos con diagnóstico de graves, fueron casi novecientos. Para este año, teniendo en cuenta que los heridos graves siguen aumentando, el total que se registre este año sea de unos seiscientos.

Con todo, el peligro real de los ciclistas son las colisiones con otros vehículos. De hecho, de los setenta y dos fallecidos en 2012, cuarenta y ocho lo fueron a causa de colisiones frontales y por alcance. Tráfico admite que poner orden en la circulación es la principal protección contra las muertes de ciclistas en las ciudades, y de ahí que tenga previsto reducir la velocidad en el nuevo reglamento que espera su aprobación en el Congreso. Por otra parte, la participación del casco en la reducción de las lesiones craneoencefálicas, que son la causa del setenta por ciento de los fallecimientos, no admite discusiones y está avalado, además, por infinidad de estudios científicos. Al mismo tiempo y por si le faltaba algún dato a lo ya expuesto, destacar que el colectivo de usuarios de la bicicleta es el único que ha registrado una importante subida en las víctimas mortales.


Por ahora y debido a las presiones que ha recibido la Dirección General procedentes de todo tipo de colectivos y empresas, la nueva ley de tráfico, que ya hemos dicho se encuentra en trámite parlamentario, sólo obliga a usar el casco en la ciudad a los ciclistas menores de dieciocho años. No obstante, nadie duda de que el objetivo es implantarlo para todos los usuarios, y en cuanto sea posible así lo harán. La filosofía que se aplicará es la de proteger a todos los usuarios sin importar ni la edad ni por dónde circulen, porque el casco es la medida más efectiva para reducir la gravedad de las lesiones que sufren los usuarios de la bicicleta.