viernes, 11 de octubre de 2013

EL ESTADO INVERTIRÁ OCHOCIENTOS MILLONES DE EUROS MENOS EN LAS CARRETERAS EL AÑO QUEVIENE

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De acuerdo con la opinión mayoritaria de las partes implicadas en las carreteras, desde los usuarios a los profesionales y empresas que se desenvuelven en el sector, un año más el Gobierno abandona de manera consciente las carreteras del país. Y todo porque la inversión en nuestras carreteras, una vez comprobados  los presupuestos generales para el año que viene, no solo no se invierte, sino que se reducen en nada menos que ochocientos millones de euros con respecto a este 2013. Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, ha recordado en un informe publicado recientemente lo que desde hace mucho tiempo es obvio para una buena parte de la sociedad: que las infraestructuras del transporte son pilares básicos para el desarrollo económico. Concretamente, en España, el transporte presenta una estructura modal según la cual el noventa por ciento de los desplazamientos de viajeros y el ochenta y cinco de las mercancías se realiza por carretera. Con todo y todos en contra, el proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado para 2014, los llamados “presupuestos de la recuperación” no parecen atender ni a las consideraciones de la OCDE ni a la realidad de nuestro país. Y desde luego que, ni mucho menos, son los presupuestos de la recuperación en lo que al sector viario se refiere.

 Los recursos totales del Ministerio de Fomento se ven mermados en algo más de 1.000 millones de euros, y como consecuencia, las inversiones disminuyen en una cantidad similar. En línea con esta realidad, la partida destinada a carreteras se reduce, como hemos dicho, en más de 800 millones respecto del presente ejercicio, y pasa a representar casi el veinticinco por ciento de la inversión total, cuando este año, que ya ha sido nefasto para la red de carreteras españolas, ese porcentaje fue de un treinta por ciento. Consecuentemente, se ahonda en la desigualdad, ya que se invierte menos porque la tarta es más pequeña, pero es que del porcentaje de esta tarta, a las infraestructuras viarias le corresponden también inversiones ridículas, y todo porque se está a favor del tren de alta velocidad. Ante estos números, estamos ante unos presupuestos en los que no se adivina el modelo de crecimiento del que tanto habla el Gobierno, unos presupuestos que anteponen lo urgente a lo importante, y eso casi siempre es negativo.

 Que no hay dinero parece evidente y no solo en el Gobierno, pero lo que no resulta tan claro es el criterio utilizado para su distribución, que nada tiene que ver con el peso específico de cada modo en el conjunto de la movilidad y la economía del país, detalle que preocupa y rechazan las empresas y los técnicos especializados en este tipo de obra pública.  Son precisamente éstos los que consideran que los 2.153 millones de euros que se invertirán en carreteras el año próximo, teniendo en cuenta que es en ellas donde se desarrolla el modo de transporte más importante del país, hacen imposible cualquier política de gestión viaria mínimamente coherente y eficaz. En cuanto a la partida destinada a la conservación, que es de 818 millones, se puede decir que resulta a todas luces insuficiente y ridícula para contener el deterioro de la ya por sí dañada red viaria a cargo del Ministerio de Fomento. El resultado confirma que en poco tiempo sólo tendremos el recuerdo de que nuestra red viaria fue una de las mejores de Europa.


Finalmente, aceptar que se trata de una situación a la que sólo podemos observar como meros e inútiles espectadores. Primero, porque no se han atendido las opiniones de nadie; segundo, porque una vez incluido en el presupuesto, el dinero es el que es y no se puede mover. Por lo tanto, a esperar a tiempos mejores, si es que llegan de una vez, claro.