jueves, 10 de octubre de 2013

LA BÚSQUEDA DE GAS Y LOS TERREMOTOS

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De puntillas, pero con fuerza, los movimientos sísmicos se han incorporado a nuestras vidas y hoy forma parte de una preocupación muy compartida entre los ciudadanos. En nuestra provincia, si hacen ustedes memoria, recordarán que hasta hace muy poco ciudades como Torreperogil y Sabiote fueron noticia nacional por la cantidad de terremotos que se controlaron a lo largo de unos meses, lo que supuso la realización de estudios avalados por técnicos oficiales en los que pudimos leer todo tipo de hipótesis, pero en todos también se menospreciaba lo que hoy, en la zona de Tarragona y Castellón, se ha convertido en protagonista. Es decir, que cuando los movimientos sísmicos detectados en algunas ciudades provinciales eran un problema y no menos una situación de peligro real que mantenía a los ciudadanos de las poblaciones mencionadas sin sueño, la realidad era que en los alrededores se estaban desarrollando pruebas subterráneas en busca de gas o petróleo. No obstante, el mundo técnico que firmó los diferentes estudios desechó inmediatamente la idea de causa-efecto. Hoy, con la situación que vive el litoral mediterráneo en la zona de Levante, seguro que su opinión sería diferente, y, si me apuran, hasta asociarían sin miedo a equivocarse que están totalmente relacionados.

Pues bien. Mirar este asunto sin interés puede resultar un problema, ya que las empresas que se dedican a este tipo de búsquedas subterráneas hace tiempo que andan por esos mundos a la caza y captura de lugares en los que se tengan indicios de que pueda existir un filón de este tipo, y nuestra provincia es un objetivo prioritario. De hecho, lo de Sabiote y Torreperogil es un buen ejemplo, como lo es también el hecho de que la empresa que hacía esas prospecciones decidiera dejarlo para otra ocasión más propicia, quizás porque nadie mejor que sus técnicos dedujeron inmediatamente la relación que existía entre sus trabajos y los terremotos. Por lo tanto, atención a las decisiones que tengan previsto tomar las corporaciones locales que hayan sido tentadas por el dinero con el que acuden estas empresas en busca de apoyo para sus planes, que les podemos adelantar se trata de cifras sustanciosas.

Es destacable, por otra parte, el movimiento ciudadano que se ha generado en las zonas levantinas, al que vemos perfectamente informado y con una gran capacidad de convocatoria, todo lo contrario que ocurrió entre nosotros cuando comenzó a temblar el subsuelo en parte de nuestra provincia, aunque a nuestro favor está el hecho de que todas las informaciones que se compartieron entre ciudadanía y técnicos negaban la mayor, o sea, que la información que nos llegó estaba controlada por estas empresas y que el problema, en contra de sus opiniones y como el tiempo ha demostrado, sí tenía relación directa con las prospecciones. Pero, claro, cuando desde todos los escalafones políticos, oficiales y técnicos se aseguraba con contundencia que una cosa es el trabajo que desarrollaba la empresa que bombardeaba nuestro subsuelo y otra claramente diferenciada los movimientos sísmicos detectados en las zonas próximas, se entiende que la noticia se compartiera con cierta tranquilidad.

A partir de ahora la actitud ciudadana debe ser otra y cualquier paso que se dé por parte de algún ayuntamiento a favor de este tipo de trabajos, debe ser consultado con quienes finalmente acabarán siendo protagonistas. En casos como el que tratamos la información no puede escatimarse y desde luego que debe ser consensuada entre empresa, políticos y ciudadanos. Por el momento, el Gobierno no dice ni sí ni no y se escuda en que se están llevando a cabo estudios que confirmen si los terremotos detectados en esta región española responden directamente al desarrollo de las tareas emprendidas por la empresa concesionaria, aunque con un matiz que por sí mismo nos hace dudar de la voluntad del Ejecutivo, ya que si decide la eliminación de la estación situada en el mar, el dinero que el Estado deberá abonar a la empresa supera los mil quinientos millones de euros. Ustedes dirán.