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La
realidad social de nuestro país, de acuerdo con los estudios que
patrocina y comparte Cáritas, es bien distinta de la que nos quieren
ofrecer los políticos y las organizaciones empresariales interesadas
en dar una imagen de que aquí no pasa nada que vaya más allá de
las penalidades laborales y económicas que padecen algunas familias.
Sin embargo, la pobreza de la que nos hablan es extrema y son más de
diez millones y medio de pobres los que contabiliza esta organización
humanitaria; en cuanto a los hogares con todos sus miembros en paro,
más de cuatrocientos mil; la tasa de paro, alrededor de un
veinticinco por ciento; casi doscientas mil personas receptoras de
rentas mínimas, y más de un millón las que atendió esta
organización en 2011, es decir, que como la cosa ha ido a peor, los
datos actualizados tendrán una lectura mucho más lesiva para los
que la padecen.
En
cuanto a la pobreza intensa, siempre teniendo como referencia el
estudio realizado el año 2011, cae el umbral de la pobreza a poco
más de siete mil euros al año; la renta de la que disponen las
personas descendió un nueve por ciento, y casi seiscientos mil
hogares no tienen ingresos. Refiriéndose a la pobreza crónica, el
cuarenta y cuatro por ciento de las personas atendidas por Cáritas
lleva tres años o más pidiéndoles ayuda, y el cincuenta por ciento
de los parados son de larga duración. Por lo tanto, nos encontramos
en situación de riesgo total para las familias que se ven en esta
situación, que no sólo no encuentran salida para los problemas de
todo tipo que les acucian, sino que perciben por parte de las
Administraciones un escaso interés. Y si tenemos en cuenta que, como
hemos dicho, este estudio está ligado al año 2011 y que la
situación del país ha empeorado significativamente, las cifras
deben mucho peores y muchas más las personas que padecen los efectos
de esta salvaje crisis.
De
hecho, Cáritas ha tenido que intensificar lo que venía haciendo,
aunque también han ido surgiendo nuevos proyectos y nuevas formas de
hacer que les ayudan a controlar y mejorar su gestión. Actualmente
se plantean su presencia en la sociedad convencidos de que tienen que
empezar a cambiar la mirada sobre la realidad social de estos últimos
años. Ésta es como una crisis de emergencia y entre todos debemos
aceptar que ya ni siquiera es una emergencia, sino una realidad
estructural, un modelo dualizado, es decir, mayor pobreza y menor
protección social. Por eso están convencidos en la organización de
que deben mirar a la sociedad con ojos de generosidad extrema y con
especial preferencia a los pobres. Y es que no se trata sólo de
asistir a la sociedad, sino de crear una nueva fundamentada en la
solidaridad, gratuidad, etc., en la que podamos vivir de una manera
más sencilla.
Por
el momento, los caminos de trabajo elegidos y que actualmente se
ejecutan están ligados con la atención primaria, la promoción de
personas y grupos y la sensibilización, denuncia y caridad política.
Con todo, se encuentra Cáritas española en un momento de reflexión
importante sobre el lugar social que le compete o corresponde. Aunque
centrada en la atención primaria, esto no ha supuesto que hayan
decrecido otros programas, como puede ser el empleo, la inmigración
o las personas sin hogar. Cáritas denuncia que España vive una
pobreza muy intensa, muy severa con las personas que han alcanzado
una situación de pobreza crónica muy alta. Denuncia que se ha
abierto una enorme brecha entre los que tienen y los que no tienen, y
que esto contribuye a que se pierda la cohesión social que tanto
bien haría a ambas partes. Lo dicho: un panorama nada alentador que
sólo entre todos podemos aliviar. Es ahora, cuando los tiempos son
malos, cuando de verdad lo de tender la mano tiene razón de ser.