martes, 15 de octubre de 2013

VERGÜENZA AJENA

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Las personas que habitualmente siguen este espacio saben que no perdemos la ocasión para dedicarle buena parte de nuestro tiempo al camino viejo, a los alrededores del santuario y a todas las veredas que conducen a los pies de la patrona. Muchos han sido los editoriales que hemos dedicado con nuestra buena intención a intentar reconducir las actitudes que muestran muchas de las personas que recorren estos santos caminos en busca de deseados encuentros, o de indulgencias para sus pecados, o para cumplir promesas contraídas o porque se sienten confortados. Evidentemente, lo de menos son las excusas para acercarse a la basílica menor y sí cómo suele ser su comportamiento a lo largo de la totalidad del camino, que es donde de verdad se aprecia el sentido común, lo mismo que los que sienten apego por la Naturaleza y por eso la respetan, los que le hacen daño porque sí, los que arrasan con todo lo que encuentran por delante y los que, si tuvieran que hacer el recorrido dos o tres días a la semana, en un año habría desaparecido todo lo verde de los alrededores. Y no crean que solo los encontramos entre los que lo recorren a pie, porque entre estos desalmados no faltan los que lo hacen en bicicleta y a caballo, que también tienen un papel protagonista a tener en cuenta.

Como hemos dicho, siempre que hemos tenido oportunidad nos hemos peleado con todo aquel que se ha visto fotografiado en la crítica que hacemos sobre cómo quedan los caminos después de una peregrinación sonada. Ahora hacemos lo propio entre convencidos y espoleados por las personas que han tenido a bien enviarnos sus fotos y comentarios al facebook oficial de Radio Andújar, de lo que han visto a lo largo y ancho del camino viejo o de herradura este festivo fin de semana. Los peregrinos nuevos se han llevado las manos a la cabeza; los escarmentados han sentido el dolor hiriente que supone comprobar que no cambiamos, que seguimos igual y que el futuro de la sierra es cada vez más dudoso. Y todos, sin excepciones, vergüenza, mucha vergüenza por el bochornoso espectáculo que firmamos entre todos, porque es bueno que recordemos, aunque sea sólo por hacer justicia, que tanto monta quien se deshace de lo que le sobra en donde le viene en gana, que monta tanto el que no lo denuncia. Cierto que no es sencillo, que te puedes ver metido en un lío, pero de seguir así, estén seguros que aumentarán significativamente los convencidos de que el entorno del camino viejo es sencillamente un gran vertedero, y desde luego que no serán ellos los que desmientan a nadie.

Las personas que han compartido con nosotros la preocupación que supone el deterioro manifiesto y continuado que le infringimos a la sierra, lo han hecho quizás convencidas de que nuestra participación pueda revertir esta actitud tan degradante para el ser humano, porque no debemos olvidar que quienes así se comportan muestran un civismo muy escaso y no menos un desconocimiento absoluto de sí mismo. Miren: cuando una persona, mujer u hombre, decide tirar al suelo la lata de refresco o cerveza, la botella de plástico, la bolsa de plástico que antes contenía alimentos, el papel que han usado cuando comían o lo que ya no les sirve, donde no faltan artículos íntimos y propios de las mujeres, o es que no está bien terminado o sencillamente no merece nuestro respeto.


Y ahora sálvese el que pueda, que para eso firmamos este artículo con la intención de compartirlo con cuantas más personas mejor. Quienes han tenido a bien dirigirse a nosotros en busca de apoyo para lo que entienden va más allá de una causa, porque se trata de una cruzada en toda regla para acabar con estos peligrosos ignorantes, que sepan que mantenemos las palabras en alto en busca de quienes se muestran dolidos con sus semejantes y rechazan de plano el mal estado en el que ha quedado la sierra. En cuanto a lo que puede o no hacer el Ayuntamiento y el resto de las Administraciones implicadas, está claro que es mucho y que de hecho se han realizado tareas de limpieza y equipamiento que debemos valorar de muy positivas, pero es que se trata de un fenómeno de difícil control que solo la denuncia del más cercano, de quien camina junto a estos modernos depredadores de dos patas, puede sacarle los colores.