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Las
personas que habitualmente siguen este espacio saben que no perdemos
la ocasión para dedicarle buena parte de nuestro tiempo al camino
viejo, a los alrededores del santuario y a todas las veredas que
conducen a los pies de la patrona. Muchos han sido los editoriales
que hemos dedicado con nuestra buena intención a intentar reconducir
las actitudes que muestran muchas de las personas que recorren estos
santos caminos en busca de deseados encuentros, o de indulgencias
para sus pecados, o para cumplir promesas contraídas o porque se
sienten confortados. Evidentemente, lo de menos son las excusas para
acercarse a la basílica menor y sí cómo suele ser su
comportamiento a lo largo de la totalidad del camino, que es donde de
verdad se aprecia el sentido común, lo mismo que los que sienten
apego por la Naturaleza y por eso la respetan, los que le hacen daño
porque sí, los que arrasan con todo lo que encuentran por delante y
los que, si tuvieran que hacer el recorrido dos o tres días a la
semana, en un año habría desaparecido todo lo verde de los
alrededores. Y no crean que solo los encontramos entre los que lo
recorren a pie, porque entre estos desalmados no faltan los que lo
hacen en bicicleta y a caballo, que también tienen un papel
protagonista a tener en cuenta.
Como
hemos dicho, siempre que hemos tenido oportunidad nos hemos peleado
con todo aquel que se ha visto fotografiado en la crítica que
hacemos sobre cómo quedan los caminos después de una peregrinación
sonada. Ahora hacemos lo propio entre convencidos y espoleados por
las personas que han tenido a bien enviarnos sus fotos y comentarios
al facebook oficial de Radio Andújar, de lo que han visto a lo largo
y ancho del camino viejo o de herradura este festivo fin de semana.
Los peregrinos nuevos se han llevado las manos a la cabeza; los
escarmentados han sentido el dolor hiriente que supone comprobar que
no cambiamos, que seguimos igual y que el futuro de la sierra es cada
vez más dudoso. Y todos, sin excepciones, vergüenza, mucha
vergüenza por el bochornoso espectáculo que firmamos entre todos,
porque es bueno que recordemos, aunque sea sólo por hacer justicia,
que tanto monta quien se deshace de lo que le sobra en donde le viene
en gana, que monta tanto el que no lo denuncia. Cierto que no es
sencillo, que te puedes ver metido en un lío, pero de seguir así,
estén seguros que aumentarán significativamente los convencidos de
que el entorno del camino viejo es sencillamente un gran vertedero, y
desde luego que no serán ellos los que desmientan a nadie.
Las
personas que han compartido con nosotros la preocupación que supone
el deterioro manifiesto y continuado que le infringimos a la sierra,
lo han hecho quizás convencidas de que nuestra participación pueda
revertir esta actitud tan degradante para el ser humano, porque no
debemos olvidar que quienes así se comportan muestran un civismo muy
escaso y no menos un desconocimiento absoluto de sí mismo. Miren:
cuando una persona, mujer u hombre, decide tirar al suelo la lata de
refresco o cerveza, la botella de plástico, la bolsa de plástico
que antes contenía alimentos, el papel que han usado cuando comían
o lo que ya no les sirve, donde no faltan artículos íntimos y
propios de las mujeres, o es que no está bien terminado o
sencillamente no merece nuestro respeto.
Y
ahora sálvese el que pueda, que para eso firmamos este artículo con
la intención de compartirlo con cuantas más personas mejor. Quienes
han tenido a bien dirigirse a nosotros en busca de apoyo para lo que
entienden va más allá de una causa, porque se trata de una cruzada
en toda regla para acabar con estos peligrosos ignorantes, que sepan
que mantenemos las palabras en alto en busca de quienes se muestran
dolidos con sus semejantes y rechazan de plano el mal estado en el
que ha quedado la sierra. En cuanto a lo que puede o no hacer el
Ayuntamiento y el resto de las Administraciones implicadas, está
claro que es mucho y que de hecho se han realizado tareas de limpieza
y equipamiento que debemos valorar de muy positivas, pero es que se
trata de un fenómeno de difícil control que solo la denuncia del
más cercano, de quien camina junto a estos modernos depredadores de
dos patas, puede sacarle los colores.