martes, 12 de noviembre de 2013

ADEMÁS DE UNA HERRAMIENTA IMPRESCINDIBLE, INTERNET TAMBIÉN ENCIERRA PELIGROS

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Que un seis por ciento de menores hayan admitido que en ocasiones se han visto "ciberacosados", y que lo haya dicho nada menos que el ministro Soria, nos parece interesante y demostrativo de que los menores escolares viven, a veces, demasiado alejados de su propia realidad sin que los mayores, sus padres, tutores o abuelos, hagan nada por evitarlo. El hecho es que se ha presentado una guía de actuación contra este delito que ha sido elaborada por el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación y Red.es y que nuestro comentario de hoy intentaremos darle forma a un tema complejo y muy peligroso. Para empezar, decir que la campaña en cuestión está relacionada directamente con los más de dos millones y medio de personas que usan Internet en nuestro país y que su objetivo no es otro que el de concienciarnos de la existencia de un problema real y marcarnos el camino que nos permita descubrir acoso a los menores con sólo poner atención a los cambios que puedan darse en su comportamiento habitual.

De acuerdo con las aportaciones de esta guía, el acoso sobre el menor en los centros escolares se basa sobre todo en insultos y burlas continuadas, pero no en Internet, porque éstos les llegan a través del correo en forma de peticiones extrañas, o chantajes habituales, como la publicación de sus fotos o vídeos. Al mismo tiempo, alerta a los menores y jóvenes sobre cómo defenderse de este tipo de presiones; ejemplos: guardar los mensajes por si en algún momento hicieran falta para denunciar a quien se los envía, evitar incluir a desconocidos en sus contactos habituales, cuidar en extremo lo que publican en las redes, no citarse con ninguno de ellos y, por encima de todo, informar a los mayores de lo que les ocurre. Evidentemente, la guía es una herramienta que permite proteger a un colectivo tan vulnerable como es el de los menores al tiempo que refuerza la confianza de la población, condición que entendemos imprescindible. Si aceptamos que las nuevas tecnologías contribuyen a formar más mejor a los jóvenes, también conviene estar alerta para evitar los peligros que paralelamente viajan con ellas.

Por todo esto, como decíamos la semana pasada, el que los menores disfruten desde que casi tienen uso de razón de estas tecnologías tan avanzadas, no siempre da buenos resultados, ya que alrededor de éstos y la ignorancia lógica con la que se ponen delante de un ordenador, caminan personas de ilimitada perversión que harán todo lo posible por conseguir de ellas y ellos todo tipo de caprichos. Y es aquí donde el papel de los padres o de los tutores es fundamental, puesto que nos enfrentamos a una situación desconocida que puede alcanzar proporciones imprevisibles y que, de todas todas, supondrá un antes y un después en los menores, que suelen vivir muchos años impresionados por la mala experiencia que han vivido. Y como es posible controlar el uso que hacen de estas tecnologías, como también lo es que los padres mantengan un permanente contacto con los menores y conozcan al dedillo quiénes son sus amigos o contactos, pues manos a la obra, que el que da primero, recuerden, da dos veces.


Entendemos que el peligro es mucho y la preocupación de los padres es más bien poca, y como es algo que percibimos, y no sólo nosotros, por supuesto, que para eso ha sido denunciada esta actitud por colectivos y instituciones, el permitir que los menores construyan parte de su mundo alrededor de internet y que frente a la pantalla del ordenador pierdan las horas sin que nadie les moleste, no es precisamente una buena decisión. Al contrario, es muy peligrosa, como de hecho demuestran las estadísticas.