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Que
un seis por ciento de menores hayan admitido que en ocasiones se han
visto "ciberacosados", y que lo haya dicho nada menos que
el ministro Soria, nos parece interesante y demostrativo de que los
menores escolares viven, a veces, demasiado alejados de su propia
realidad sin que los mayores, sus padres, tutores o abuelos, hagan
nada por evitarlo. El hecho es que se ha presentado una guía de
actuación contra este delito que ha sido elaborada por el Instituto
Nacional de Tecnologías de la Comunicación y Red.es y que nuestro
comentario de hoy intentaremos darle forma a un tema complejo y muy
peligroso. Para empezar, decir que la campaña en cuestión está
relacionada directamente con los más de dos millones y medio de
personas que usan Internet en nuestro país y que su objetivo no es
otro que el de concienciarnos de la existencia de un problema real y
marcarnos el camino que nos permita descubrir acoso a los menores con
sólo poner atención a los cambios que puedan darse en su
comportamiento habitual.
De
acuerdo con las aportaciones de esta guía, el acoso sobre el menor
en los centros escolares se basa sobre todo en insultos y burlas
continuadas, pero no en Internet, porque éstos les llegan a través
del correo en forma de peticiones extrañas, o chantajes habituales,
como la publicación de sus fotos o vídeos. Al mismo tiempo, alerta
a los menores y jóvenes sobre cómo defenderse de este tipo de
presiones; ejemplos: guardar los mensajes por si en algún momento
hicieran falta para denunciar a quien se los envía, evitar incluir a
desconocidos en sus contactos habituales, cuidar en extremo lo que
publican en las redes, no citarse con ninguno de ellos y, por encima
de todo, informar a los mayores de lo que les ocurre. Evidentemente,
la guía es una herramienta que permite proteger a un colectivo tan
vulnerable como es el de los menores al tiempo que refuerza la
confianza de la población, condición que entendemos imprescindible.
Si aceptamos que las nuevas tecnologías contribuyen a formar más
mejor a los jóvenes, también conviene estar alerta para evitar los
peligros que paralelamente viajan con ellas.
Por
todo esto, como decíamos la semana pasada, el que los menores
disfruten desde que casi tienen uso de razón de estas tecnologías
tan avanzadas, no siempre da buenos resultados, ya que alrededor de
éstos y la ignorancia lógica con la que se ponen delante de un
ordenador, caminan personas de ilimitada perversión que harán todo
lo posible por conseguir de ellas y ellos todo tipo de caprichos. Y
es aquí donde el papel de los padres o de los tutores es
fundamental, puesto que nos enfrentamos a una situación desconocida
que puede alcanzar proporciones imprevisibles y que, de todas todas,
supondrá un antes y un después en los menores, que suelen vivir
muchos años impresionados por la mala experiencia que han vivido. Y
como es posible controlar el uso que hacen de estas tecnologías,
como también lo es que los padres mantengan un permanente contacto
con los menores y conozcan al dedillo quiénes son sus amigos o
contactos, pues manos a la obra, que el que da primero, recuerden, da
dos veces.
Entendemos
que el peligro es mucho y la preocupación de los padres es más bien
poca, y como es algo que percibimos, y no sólo nosotros, por
supuesto, que para eso ha sido denunciada esta actitud por colectivos
y instituciones, el permitir que los menores construyan parte de su
mundo alrededor de internet y que frente a la pantalla del ordenador
pierdan las horas sin que nadie les moleste, no es precisamente una
buena decisión. Al contrario, es muy peligrosa, como de hecho
demuestran las estadísticas.