Los
que entienden de sentimientos saben, o deberían, que no siempre las
buenas intenciones acaban cumpliendo su objetivo, que no debe ser
otro que el de compartir lo que tienes con los que justificadamente
lo necesitan. Si ayer decíamos que nos sentíamos orgullosos de
todos ustedes por su capacidad para organizarse y tener siempre a
disposición de quien lo necesite no sólo el óbolo que facilite el
mal momento al necesitado, sino capacidad y tiempo para escucharle,
una necesidad, por cierto, vital para las personas que
desgraciadamente se está perdiendo a golpe de disgustos o de
desencuentros de amistades poco fiables por interesadas. Y como son
tiempos en los que nos crecen las amistades como setas en noviembre,
fundamental será que sepamos separar la paja de la cebada si no
queremos perder lo poco que tenemos a favor de quien, en cuanto
consigue lo que persigue, que casi siempre es dinero para unas
supuestas necesidades, deja de agobiarte, y no precisamente porque no
desee pedirte más, sino porque no tiene intención de pagarte la
deuda adquirida.
Será
por la crisis, o porque las necesidades obligan o vaya usted a saber
por qué, el caso es que el mal momento económico que atravesamos ha
creado una figura muy particular y especializada en el sablazo que se
dedica al tema con interés y empeño, que pone el alma y su
capacidad para dramatizar en la petición que te hace de forma que te
sientes obligado a cubrir sus supuestas necesidades convencido de que
tu esfuerzo habrá valido la pena. Luego, lo que son las cosas o qué
pequeño es el mundo, lo encuentras consumiendo en cualquier bar
tapas y raciones que tú hace tiempo has dejado de hacerlo porque
sencillamente el dinero escasea en casa. Y eres tú, ante tan
flagrante situación, el que se ve obligado a evitar su mirada, como
si la vergüenza que genera el momento fuera culpa tuya.
Es
decir, que al rebufo de la crisis, de las necesidades reales de
muchos de nuestros vecinos, la figura del “tío del sablazo” ha
renacido de sus cenizas y vuelve decidido a recuperar el tiempo
perdido. ¡Y bien que lo está consiguiendo! En realidad, se trata de
vividores bien conocidos entre nosotros que nunca han dado un palo al
agua, que viven de los demás y que velan armas en el seno familiar a
la espera del incauto o ingenuo que cae en sus redes y les soluciona
su inexistente economía. Estos elementos curtidos en el pedir
disponen de una gran capacidad escénica y no menos de infinita
paciencia, que es la que usan para estudiar con detenimiento a sus
víctimas, a las que parece conocer desde siempre y a las que se
dirige con educación y respeto. Eso sí, en cuanto éstas flaquean
ante lo argumentos que esgrime, sobre ellas recaen todos sus
conocimientos y patrañas para conseguir el botín que persiguen.
Y
todo esto que les comentamos, ¿a qué se debe? Sencillo. Porque
hemos detectado a uno de estos individuos que anda por ahí pidiendo
dinero en nombre de Radio Andújar y su campaña navideña. Sabemos
que ustedes conocen nuestra filosofía con respecto a no aceptar
dinero y sí alimentos no perecederos, juguetes y ropa en buen
estado. La razón no es otra que la de evitar cualquier tipo de
suspicacia o malos pensamientos. Así lo decidimos en su día y lo
mantendremos mientras el espíritu solidario nos acompañe y las
ganas de echar una mano a quien lo necesite se mantengan. Dicho esto,
sepan ustedes que Radio Andújar no pide dinero para esta campaña ni
para ninguna otra, y cuando no tengamos más remedio que aceptarlo,
será por razones justificadas y en ningún caso seremos nosotros los
receptores. Por lo tanto, si alguien le llega rogándole su óbolo en
nuestro hombre, dése el gustazo de llamarlo embustero y de
denunciarlo públicamente.