viernes, 20 de diciembre de 2013

FIN DE SEMANA PÓRTICO DE LA NAVIDAD

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Junto con semana santa y las vacaciones estivales, las navideñas son días de mucho movimiento de vehículos, de carreteras repletas de las idas y venidas de quienes andan a la búsqueda de los suyos o simplemente de una necesaria escapada que les sirve de descanso luego del trasiego acumulado del año. Por lo tanto, bueno será que nos detengamos en una celebración tan íntima como compartida, y expongamos nuestro personal punto de vista, que seguro se parecerá mucho al de cualquiera de ustedes. Y todo porque, aunque sean finalmente vacaciones, la época del año en las que las compartimos ni de lejos es la misma que, por ejemplo, en verano. Fundamentalmente, porque la meteorología tiene mucho que decir y de hecho casi ningún año nos permite ir y venir sin contratiempos. Los más conocidos sin duda, la presencia de nieve, agua, hielo, niebla, viento… Ninguno de estos fenómenos meteorológicos tendrán piedad de nosotros, y ¡ay! de aquellos que no hayan cuidado hasta el más mínimo detalle si en el camino se ven obligados a poner las cadenas o, casi peor aún, a detenerse debido a lo que se conoce como una parada técnica y que la Guardia Civil de Tráfico la justifica asegurando que ni con cadenas se puede seguir circulando.

Naturalmente, para nada tratamos, ni en este comentario ni en ningún otro, de marcar la pauta a nadie. Si acaso, recordar algún detalle que se nos puede haber escapado de entre tantas obligaciones y que finalmente resulte muy necesario. En invierno, por razones obvias, todo es importante en el coche: algo de picar, linterna con pilas, una o dos mantas de abrigo, las cadenas, depósito de combustible lo más lleno posible, agua, la batería del teléfono para el coche, toallitas y el libro de mantenimiento de nuestro automóvil. Más de uno se preguntará el por qué de elementos tan dispares, pero como todo se puede explicar, eso es lo que haremos: por orden de aparición, lo de algo de picar tiene su lógica si en el camino nos detenemos por la razón que sea, desde una avería a una imposición policial; la linterna, pues eso, que casi todos la llevamos, pero también casi todos con las pilas sulfatadas, que es lo mismo que decir inservible; las mantas, una si circula solo y unas cuando no va solo, ya que si nos detenemos en el camino no siempre vamos a tener el motor encendido y es bueno echar mano de ellas, recordando que nos encontramos en pleno invierno; lo de las cadenas no creemos que necesite más detalles; en cuanto al combustible, sobre todo por si nos obligan a pararnos en el ascenso al puerto y estamos unas horas esperando que se abra; el agua, pues ya se sabe; la batería del teléfono específica para nuestro coche, no sea que viajemos con éste descargado y necesitemos pedir ayuda; las toallitas y el libro de mantenimiento del coche, por si nos vemos obligados a comprobar algún detalle del motor y, en esa tarea, nos ensuciamos las manos, que todo hay que preverlo. Como ven, todo sirve cuando se viaja en tiempo tan exigente como es el invierno. Por eso todo sirve, todo tiene sentido y cualquiera de los elementos que les hemos dicho puede echarnos una mano.


Y luego, lo del sentido común. Caer en el error de continuar conduciendo cuando la nevada, aunque no haya cuajado aún, supera los niveles aconsejables es una mala y peligrosa decisión. Lo inteligente es detenerse en lugar donde cobijarse y esperar que pare, y, si no lo hace, pues se busca uno un sitio en donde descansar y ¡hasta el día siguiente, que para eso estamos de vacaciones! Continuar supone dar un sí incondicional al peligro, a someter a la familia a momentos de agobio innecesarios y a buscarnos lo que no tenemos. Al fin y al cabo, y en momentos así mejor utilizada la frase que nunca, de lo que se trata es de llegar y lo de menos es cuándo. Recuerden que el coche no tiene alma y le importa un pito lo que le pueda ocurrir; ustedes sí que la tienen y, también, sentido común. Pónganlo a su servicio. Feliz fin de semana.