Viendo
las imágenes en televisión de Blesa saliendo por la puerta de atrás
de los juzgados de la plaza de Castilla, con medio centenar de
preferentistas a punto de someterlo a un linchamiento, uno se
pregunta que cómo se ha podido llegar tan alto en la consumación de
lo que a todas luces parece un delito de estafa a gran escala, porque
recordemos que han sido cientos de millones de euros los que por el
momento han perdido las personas que en su día firmaron aceptando
las condiciones, aunque en realidad lo que hicieron fue aceptar sin
más lo que su hombre de confianza en la entonces Caja Madrid le dijo
que firmara. Hemos tenido oportunidad de conocer algunos casos y nos
encontramos con personas muy mayores, algunas con problemas de
demencia, otras con visión deficiente, sordas, analfabetas que
firmaron con el dedo o una X… Es decir, premeditadamente escogidos
para colarle lo que desde presidencia se exigía a directores y
empleados. De hecho, según los datos que nos llegan conforme se
desmenuza este turbio asunto, ningún empleado de la Caja se acogió
a las preferentes, aunque sí que supieron recoger en la calle a todo
el que mostraba facilidad para convencerlo. Y es que, si de verdad se
hubiera informado de lo que en realidad se trataba, nadie en su sano
juicio firmaría semejante barbaridad, porque recordemos que,
resumiendo, el asunto consistía en que se entregaba el dinero por
parte del impositor y no volvería a verlo nunca; en todo caso,
pasados cincuenta o cien años.
Ahora
la pregunta que se hace cualquiera no es otra que saber qué papel
tenía por esa fecha el gobernador del Banco de España, que no hizo
nada por conocer la verdad de la oferta de la caja madrileña y sus
verdaderas intenciones. Ahora, cuando ha estallado esta gran mentira,
la pregunta que nos hacemos todos es que cómo es posible que el
autor de esta gran estafa no esté en la cárcel. Naturalmente, en la
calle este tipo de situaciones o delitos se ven de otra manera; la
Justicia tiene caminos diferentes y depende en gran medida de los
abogados que te puedas pagar para que, echando mano de los vericuetos
que la propias leyes les permiten, su cliente no den con sus huesos
en la cárcel. De hecho, a la luz del día, el juez que en su día lo
envió a prisión en dos ocasiones, hoy está expedientado y sobre
él está pendiente su inhabilitación. Está claro que se repite la
historia y Garzón ya no está solo. Mientras, los que han sido
estafados, andan tirados por la calle reclamando con pancartas en
ristre lo que es evidente que es suyo. Y es que eso de estar muy
próximo a la cúpula del poder facilita enormemente las
posibilidades de salir indemne cuando has metido algo más que la
mano.
Después
de ver las imágenes a las que nos referíamos antes, seguro que el
exbanquero no saldrá a la calle como lo venía haciendo hasta ahora,
es decir, sin escolta. Es muy posible que buena parte del dinero
obtenido al parecer fraudulentamente mientras estuvo al frente de
Caja Madrid tenga que invertirlo en seguridad. El miedo a ser atacado
por cualquiera de los defraudados en el momento más inesperado le
obligará a contratar guardaespaldas y guardapechos y cara, porque el
golpe le puede venir desde cualquier frente. Ojalá el asunto no
llegue tan lejos y para ello sería conveniente que desde el Consejo
General del Poder Judicial se iniciara con urgencia la aclaración
definitiva de una situación que mantiene a miles de personas en
estado de angustia permanente porque no saben qué ocurrirá con su
dinero. No queremos ni pensar que la intención de la Justicia sea
permitir que personas modestas, de escasos recursos, que en su día
depositaron sus ahorros en una entidad bancaria, conseguidos a lo
largo de su vida laboral, los pierdan sin más. Y lo que sería peor,
que el causante de semejante desastre nacional no lo pague con cárcel
y por muchos años, y devolviendo lo que nos es suyo. Lo dicho: no
queremos ni pensarlo.