viernes, 24 de enero de 2014

TODO SIGUE IGUAL

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Llegamos a un nuevo fin de semana y, de nuevo, planteamos la cita de hoy alrededor del tráfico. Sobre todo, porque hemos iniciado el año con los propósitos de enmienda acostumbrados en fechas tan importantes, es decir, que nos prometemos a nosotros mismos que no volveremos a caer en los errores de siempre, como sería el caso de beber alguna copa de más sabiendo que tenemos que conducir; o no aceptar que la velocidad máxima es la que es y que debemos aceptarla sin más; o la fea costumbre que tenemos de no acudir al profesional a que nos revise el vehículo antes de que se caiga a pedazos. No estábamos ahí cuando lo prometimos, pero sabemos que fue así, porque lo hacemos siempre aunque luego lo vamos dejando para otra ocasión. Pero estamos a tiempo. Todo antes de caer en las redes de los controles que Tráfico teje alrededor de nosotros cuando usamos nuestro automóvil, que ya sabemos que los golpes que da al bolsillo lo dejan escuálido y sin aliento.

Además de todo esto, informarles de que la cosa de los accidentes sigue con sus armas en alto y no pasa semana que nos levantemos con cifras de muertos en carretera que nos echan abajo el día. Y lo peor de todo es que se repiten también las causas, es decir, que no se trata de circunstancias nuevas o extrañas las responsables del accidente y sí las habituales, las de siempre, confirmando que somos capaces de tropezar con la misma piedra una y las veces que haga falta con tal de confirmar el viejo refrán castellano. Las distracciones, los excesos en general, el menosprecio que generalmente damos al estado de las carreteras, especialmente ahora, cuando los tractores las llenan de barro y las hacen especialmente peligrosas… Y lo mismo ocurre con el tema multas, quizá porque seamos incapaces de aceptar que las velocidades son las que son y que el que la hace la paga. Y que sepamos, los tiempos no están especialmente generosos económicamente para que tiremos el dinero casi por la ventana.

Y piensen que Tráfico tiene previsto endurecer significativamente las normas que rigen la circulación y que esta primavera se estrenarán. Con esto queremos decirles que si tenemos en cuenta que las denuncias que hasta ahora estaban en quinientos euros, a partir de las nuevas directrices pasarán directamente y sin anestesia a mil euros, el asunto exige de todos y todas algo más que atención, porque ahora sí que con una sola vez que nos cojan en algún renuncio nos dejan dos meses sin sueldo. Especialmente el apartado velocidad se pondrá en poco tiempo por las nubes y desde luego que la incorporación de más radares, mucho más sofisticados y técnicamente más avanzados, acabarán con las pocas ganas que nos quedan de pisar el acelerador.


Eso sí, ellos, los responsables de Tráfico y sus compañeros de Fomento no hacen nada que facilite a los usuarios de las vías de comunicación algo más de seguridad en la señalización y en el estado del asfaltado, que está de pena. O sea, que por ahora seguirán estrujándonos hasta que ya no puedan más y más tarde, cuando venga bien, cuando se pueda, cuando nos lleguen fondos europeos que lo permitan, mejorarán las carreteras y evidentemente no todas. A nosotros solo nos queda el derecho al pataleo y por cierto cada vez menos, porque eso de decir lo que se piensa no tardará en ser causa denunciable. Y si no se acaban de creer, denle tiempo.