martes, 7 de enero de 2014

TODO UN AÑO POR DELANTE PARA MEJORAR

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Como ya han comprobado, la normalidad impone sus normas. Después de días de vinos y rosas, de compras y de regalos, de parabienes y mejores deseos, hoy hemos vuelto a ser los de siempre. Se impone por tanto volver al día a día con las mismas ganas y objetividad con la que nos fuimos, entre otras cosas porque nada ha cambiado tanto como para obligarnos a reconducir la percepción que tenemos sobre lo que nos diferencia de los demás como comunidad. 
Lo que ocurre es que venimos de unos días realmente agradecidos, en los que damos y recibimos lo mejor de nosotros mismos y también del que tenemos enfrente, ya sea familiar directo, compañero de trabajo o simplemente conocido. Estas fiestas realizan en todos, o casi todos, una especie de mutación circunstancial que nos eleva a estrados más próximos a la generosidad y solidaridad que en otros momentos, que no otra cosa es lo que nos ocurre hoy, ya que venimos de vivir unas jornadas familiares que nos han hecho mucho hecho bien y nos han permitido reencontrarnos con nuestro yo más humano.


Pero la vida sigue y además lo hace con más fuerza que hace solo unas semanas, quizás porque las necesidades sociales hayan aumentado o porque la perspectiva con la que observamos la situación general del país y la nuestra sea objetiva y claramente diferente, la realidad es que casi todo sigue igual. Es decir, que se mantienen los mismos problemas de siempre y que solo la cada vez más próxima convocatoria de elecciones permite deducir que algunos de ellos pueden que mejoren o que desaparezcan. Sin embargo, teniendo en cuenta la situación económica de las instituciones que nos sirven de referencia y apoyo, mucho tiene de cambiar el panorama para que la ciudadanía perciba claramente las mejoras que le ayuden a entender que los gestores finalmente solo persiguen aumentar nuestro nivel de vida.

La situación en la que nos encontramos es que tenemos todo un año por delante para mejorarnos la vida y que perderíamos una gran oportunidad si no nos dedicáramos en cuerpo y alma a solventar lo que nos preocupa o nos hace daño. Sabemos que el tiempo es un aliado perfecto cuando de lo que se trata es de poner en orden lo que nos agobia o nos tiene sometidos al ostracismo. La falta de trabajo, sin ir más lejos, mantiene a millones de personas en un estado de marginación permanente que se agrava si el damnificado, además, es padre de familia, ya que tiene que vérselas con una problemática mucho más exigente. No obstante, si sabemos aprovechar el significativo cambio que se percibe en las estadísticas de empleo, es posible que nos abra puertas que hasta este momento ni siquiera habíamos tenido en cuenta. Las posibilidades existen y lo único que demandan de nosotros es que creamos en ellas y que las busquemos por tierra, mar y aire si hiciera falta, asumiendo de una vez que lo de nacer, estudiar, casarse, tener hijos, trabajar y morir en el mismo pueblo o ciudad es cada vez más complejo, si no imposible. Lo del espíritu aventurero del que tanto se habla entre la clase política y que aseguran los técnicos que forma parte inseparable del ser humano, es ahora cuando la podemos hacer realidad. Todo es cosa de probar, valorar y decidir lo mejor para nosotros y los nuestros.


Lo dicho: todo un año por delante para reconducir lo que no nos hace felices. Todo un año para reclamar lo que es nuestro. A partir de ahora, con las elecciones al Parlamento Europeo a solo unos meses vistas, será cuando podremos empezar a mostrar cuáles serán nuestras intenciones con respecto a las personas a las que, con nuestro voto, les proporcionamos trabajo. Ellas o ellos, mientras, hacen todo lo contrario.