Iniciamos
el año como lo acabamos en un asunto que creemos de gran
trascendencia para la población, como es el caso del servicio de
aguas, que se mantiene en el aire debido a que nuestro Ayuntamiento,
por las razones que sean, no ha firmado aún con la empresa
concesionaria, Somajasa. Desde hace tiempo venimos escuchando todo
tipo de opiniones alrededor de este asunto y casi todas coinciden en
un cambio de empresa sin que conozcamos las razones, aunque suponemos
que debe haberlas. Como usuarios de este servicio no tenemos
argumentos desde los que analizar la trayectoria de la empresa
concesionaria hasta ahora ni tampoco críticas que nos permitieran
deducir la necesidad del cambio. Suponemos, eso sí, que de por medio
deben existir beneficios económicos importantes y de ahí que
finalmente todo se base en la cuantía económica que aportaría la
nueva concesionaria y no tanto en un servicio inadecuado o
deficiente. Esto es algo que deciden ayuntamientos de toda España y
nadie se lleva las manos a la cabeza, aunque no siempre sale bien.
Sin
ir más lejos, no son pocas las entidades locales que decidieron el
año pasado, luego de años en manos privadas, la reversión de
servicios como el transporte urbano, la limpieza viaria o el servicio
de aguas potables. León, por ejemplo, se embolsará nada menos que
doce millones de euros por la recuperación del servicio de
transporte urbano; unos pocos menos recibirá el Ayuntamiento de
Jerez por la misma causa, luego de enfrentamientos de empresa y
empleados que dificultaban enormemente este servicio público.
Tampoco faltan los entes locales que han decidido recuperar el
servicio del agua para sus ciudades, lo que les permite ahorrar,
según palabras de los propios alcaldes, miles de euros que antes
perdían en manos privadas. De entre los ayuntamientos que conocemos
que decidieron la reversión de este servicio nos encontramos con
Manacor, en Mallorca; La Línea de la Concepción, en Cádiz;
Arteixo, en La Coruña. Pero son muchos más y no pocos los que se
sumarán pronto a implicarse en la gestión de los servicios
municipales que desde siempre estuvieron en manos públicas y que
luego fueron responsabilidad de empresas privadas que no tenían más
intereses, ni conocimientos, ni infraestructuras que no estuvieran
ligadas al beneficio económico.
Lógicamente,
quien acaba pagando los excesos en los recibos somos los ciudadanos,
que no recibimos mejoras de ningún tipo en el servicio y sí un
aumento considerable del precio final que abonamos. El hecho de que
muchas de estas empresas provengan del mundo de la construcción nos
da una somera idea de cuáles son sus intenciones y cuál su
preparación para enfrentarse a un servicio público de gran
complejidad que solo cuando se comparte acaba siendo rentable para
las partes. De entre las ciudades europeas que decidieron no hace
tanto recuperar la remunicipalización del servicio de aguas nos
encontramos con París y Berlín, y también tres pedanías
jerezanas, que defienden que conseguirán en poco tiempo recibos más
baratos que ofrecer a sus paisanos. Es decir, como ejemplo creemos
que es más que suficiente, aunque es evidente que existen enormes
diferencias entre las ciudades que hemos elegido, pero como de lo que
se trata es de mostrar el cambio que se está produciendo en todo el
mundo con respecto al sí o al no de poner en manos de empresas
privadas lo que siempre ha sido misión de los ayuntamientos, pues
ahí les dejamos este punto de vista para que lo valoren de acuerdo
con sus intereses.
Lo
innegable es que se ha iniciado un proceso de reversión de servicios
municipales que actualmente están en manos privadas y que,
consecuentemente, a partir de ahora todo lo que sea mostrar interés
por lo contrario es ponerse a los pies de los caballos. Eso sí, si
encontramos fallos y, además, la oferta privada no solo se
compromete a acometer grandes inversiones, sino a mantener e incluso
a reducir el precio del recibo mensual por este servicio, no hay más
que hablar. Adelante, pues.