Las
ayudas estatales para la compra de un vehículo nuevo están dando
resultados positivos que podemos analizar desde dos perspectivas
diferentes: por un lado, porque el aumento de las ventas supone el
mantenimiento directo de los empleados de fábrica, concesionarios,
aseguradoras, estaciones de servicio, talleres mecánicos,
neumáticos, repuestos, etc.; por otro, porque se eliminan de la
circulación vehículos que han cumplido los diez años y que, lo
queramos o no, no estaban para muchos trotes, y más si su dueño no
era de los que lo cuidaban con mimo y esmero. Por lo tanto, matamos
dos pájaros de un tiro. Sin embargo, son muchos los que están de
acuerdo en un detalle que, cuando lo compartamos, quizá gane adeptos
también entre ustedes, ya que son los que exigen al Gobierno que
estas ayudas se concedan exclusivamente a los vehículos fabricados
en España. De esta forma se ayuda directamente no solo al
concesionario y sus empleados, sino a las fábricas aquí radicadas.
Como planteamiento solidario no está nada mal y desde luego que esta
diferenciación se entiende como adecuada al mal momento económico
español, pero entendemos que lo que se pretende con estas ayudas,
además de animar a la economía de estas empresas, es a eliminar de
la circulación a los vehículos que, por edad, no reúnen las
características técnicas que exige actualmente el tráfico.
Por
el momento, más de cien mil unidades de más se han colocado en el
mercado con respecto al mismo período del año pasado, lo que,
insistimos, representa un alivio económico para las empresas
implicadas en el negocio del coche, que ya han comprobado ustedes que
es como un abanico de grandes dimensiones y posibilidades que, de
paso, aporta al Estado miles de millones de euros directos, ya sea
desde los carburantes a las ventas de coches nuevos, en donde la
posibilidad de eludir el IVA es sencillamente imposible.
Consecuentemente, que desde las instituciones se creen cauces que
permitan dinamizar la presencia del automóvil nuevo en nuestras
ciudades y carreteras nos parece de extraordinaria importancia por lo
que representa para el apartado seguridad y por la suma positiva que
hace a la economía.
Y
precisamente por la importancia que tiene este mercado y el dinero
que genera, no estaría de más que el Gobierno impulsara actuaciones
que tuvieran como objetivo el arreglo y la mejora de las vías de
comunicación, sean del tamaño que sean y el orden a que
correspondan, es decir, que desde las autovías a las secundarias o
terciarias, todas necesitan de reparaciones que arrastran desde hace
años y que con el tiempo se han convertido en intransitables y muy
peligrosas.
Por
otra parte, entendemos que el mejor destino para un dinero que
proviene directamente del uso y disfrute de los vehículos en
general, en donde incluimos el de las multas, debería de invertirse
en la mejora que reclamamos y que va, como hemos dicho, desde el
asfaltado a la señalización. De hecho, de poco sirve que se mejore
el parque automovilístico si, al mismo tiempo, no se hace lo propio
con las vías de comunicación por las que deben circular, ya que su
pésimo estado es evidente que influye y mucho en el vehículo,
especialmente en el apartado de la suspensión. A todo esto, lo que
se decida que sea pronto, porque la realidad de algunas de nuestras
vías es que están en estado lamentable, y no tenemos que ir muy
lejos para comprobarlo, ya que la autovía de Andalucía, y muy
especialmente en todo el recorrido que hace por nuestra provincia,
desde Santa Elena hasta Villa del Río, no reúne las características
técnicas que este tipo de vías exigen.