Todo
lo relacionado con lo que conocemos como el escándalo de las
preferentes, que recuerden han saqueado los ahorros de miles de
españoles sin posibilidad de recuperarlos, al menos no sin esfuerzo,
mantiene su interés informativo luego de que hayan transcurrido
casi cinco años desde que fueron conocidas las verdaderas
intenciones de las entidades que las comercializaban. Los números
que nos sirven como referencia están por encima de los setecientos
mil ahorradores, porque de ninguna de las maneras aceptaremos la
definición de inversores que también se les suele dar porque en
ningún caso lo fueron, entre otras razones porque ninguno tenía
idea siquiera de lo que se trataba. Solo que el empleado de su banco
o caja de ahorros, el de siempre, o el director de la sucursal en la
que tenían depositados los ahorros de toda su vida, les indicó que
se trataba de una decisión rentable lo de apoyar las preferentes,
porque devengarían grandes beneficios y con la seguridad de que,
cuando quisieran, los podían sacar. Naturalmente, con estas
perspectivas y viniendo de quien venía el consejo, se comprende, y
parece que por fin algunos jueces han decidido investigar la verdad
de todo este turbio asunto, que huele a gran estafa desde lejos, que
los clientes de estas entidades decidieran depositar en ellas, en las
preferentes, todo su dinero.
Los
datos son apabullantes. Tomen nota: la cifra total de negocio o de
dinero colocado entre clientes no inversores supera los doce mil
millones de euros; setecientas diez mil son las personas afectadas,
y, si se suman la totalidad de los productos tóxicos que han estado
en el mercado hasta 2011, son más de tres millones. ¿Y en qué
momento se encuentra esta estafa? El Banco de España dio a conocer
unas cifras en relación con estas acciones y decía que, hasta
finales de 2013, unas ciento cuarenta mil personas de un total de más
de cuatrocientas veinte mil que invirtieron en las preferentes,
habían conseguido recuperar la totalidad de su inversión. Y todo,
dicen, gracias a los arbitrajes que plantearon algunas de las
entidades bancarias, lo que viene a significar que una tercera parte
del total logró que le devolvieran la cantidad invertida. Sin
embargo, trescientas mil personas no han conseguido solución a su
demanda y están a la espera de que alguien les atienda y entienda.
Afortunadamente, en medio de tanto desaliento y manifestaciones
callejeras, hemos conocido que el mes pasado un juzgado de Madrid
dictó una sentencia que obliga al banco emisor a devolver casi tres
millones de euros a los clientes a los que les vendieron la moto en
forma de preferentes. Por el momento, esta condena es de las más
importantes en cuantía de todas las que hemos conocido.
La
práctica totalidad de las sentencias emitidas hasta ahora por los
tribunales de justicia resuelven a favor de los clientes, lo que da
alas a los miles que aún quedan por resolver su problema. De hecho,
de acuerdo con los datos que nos proporciona la asociación que
gestiona estos juicios, ante Bankia se han presentado nada menos que
ocho mil demandas, a las que debemos sumar las dos mil de Novagalicia
y las mil de Cataluña Caixa, y las que son responsabilidad de
Liberbank o Ceiss. Aunque muchas de las sentencias que están
pendientes aún no han sido resueltas y esperan el final del proceso,
entre los afectados existe el convencimiento de que saldrán airosos
de este desagradable asunto. Si detallamos las entidades en las que
se producen casi a diario soluciones a esta problemática,
encontramos que Bankia ha
pagado a más de setenta mil personas el dinero invertido; el total
que lo solicitó supera las ciento ochenta mil. De Novagalicia
han recobrado su dinero casi cuarenta mil clientes de un total de
unas setenta y cinco mil personas.
Las
palabras más repetidas en todos los casos conocidos vienen a
confirmar que estas personas confiaron sin temor en su banco de toda
la vida y que luego los ha dejado tirados. Se sienten timados. Y más
cuando les obligan a someterse al arbitraje, del que el cliente
siempre sale perdiendo.