Quizás
estemos equivocados o creamos que lo están los otros, pero no
acabamos de entender, y no crean que no le hemos dado vueltas a lo de
las cifras del paro en nuestro país, qué fórmula usan para
resolver el enigma. Resulta que, como habrán visto, leído o
escuchado, el resultado del mes de enero da que se han inscrito en
las listas del paro más de ciento sesenta mil personas. Pues bien:
según nos ha contado la oficialidad, no podemos entenderlo como un
fracaso de las políticas de empleo del Gobierno y sí como un
detalle significativo de que el desempleo se ha frenado
definitivamente. Y es ahí donde nosotros no acabamos de entender
desde qué perspectiva observan y estudian estos datos las personas
que, cuando se enfrentan a los medios de comunicación, aseguran que
la tendencia ha cambiado y que se ha detenido por fin la destrucción
de empleo. Y no se trata de que pongamos en duda sus palabras o que
desconfiemos de los resultados, sino de que alguien nos lo explique,
por favor, porque sencillamente no lo entendemos.
Si
desde siempre dos y dos son cuatro, y nadie lo discute, cuando las
cifras de desempleados son las que son, ¿por qué se lee su
resultado de otra forma? Y más cuando la realidad es la que es y
tampoco se le puede dar la vuelta. Actualmente, dos millones
setecientas mil personas reciben del Estado ayudas económicas
procedentes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social; el resto,
otras tantas, están a verlas venir, es decir, que no tienen ingresos
de ningún tipo ni clase. Sin embargo, el Gobierno asegura que hemos
tocado fondo, que a partir de ahora se comenzará crear empleo; es
más, afirman que lo notaremos a partir del mes de marzo. ¿Será
porque la industria en general comenzará a demandar trabajadores o
porque el sector hostelero, con la llegada del buen tiempo,
necesitará a los de siempre? Efectivamente, es a partir de ese mes
cuando la llamada de los hoteles se inicia y cuando encontrarán
empleo aquellas y aquellos que, debido a su dedicación y
comportamiento ejemplar de años anteriores, serán reclamados a
ocupar los puestos de todos los años. Si este fenómeno, que desde
siempre se ha dicho que se trata de empleo estacional y que se
mantendrá hasta mediados de septiembre, el Ejecutivo lo entiende
como respuesta a sus políticas de empleo, mal camino ha escogido. Es
evidente que se trata de un momento coyuntural del que
afortunadamente miles de personas pueden aprovecharse, pero siempre
conscientes de que tiene fecha de caducidad.
Sinceramente,
lo que nos gustaría de verdad es que nos hablaran de políticas
activas capaces de generar empleo a favor de los millones de personas
que no lo tienen y que hace años que tocaron su particular fondo, y
que malviven gracias a la caridad del resto, porque ni siquiera
reciben ya la del Gobierno, y de la familia directa. De hecho,
Cáritas y el resto de organizaciones sin ánimo de lucro que
gestionan la caridad solidaria de los que sí pueden, se han
convertido ya en las mayores empresas del país de acuerdo con el
número de personas que las visitan a diario y que tienen en ellas su
modo de subsistencia. Obviar esta realidad no solo es una actitud de
innecesario cinismo, sino además una forma de eludir
responsabilidades. Los números son los que son y por muchas vueltas
que les quieran dar, que también es legítimo, en esta ocasión, de
acuerdo con lo que escuchamos y leemos, les va a costar trabajo.
Entre otras cosas porque recuerden que en medio del sí o el no del
positivismo o negativismo del resultado del desempleo, están los
verdaderos protagonistas de esta terrible historia: los trabajadores
sin trabajo. ¡Y saben muchísimo de números, que para eso se han
visto obligados a aprender en cursos acelerados!