Las
noticias que nos llegan con el coche de fondo no pueden ser más
halagüeñas, puesto que aseguran que el aumento de las ventas de
automóviles privados está siendo constante. Naturalmente, teniendo
en cuenta que este mercado ha sido uno de los grandes sufridores de
la crisis, con una bajada total de casi el cincuenta por ciento de
las ventas desde que comenzaron los malos tiempos, la verdad es que
para alegrarse. Es cierto que gracias a las exportaciones, las marcas
afincadas aquí, como es el caso de Volkswagen, Opel, Renault,
Citroën y Peugeot, han ido saliendo al exterior en busca del
comprador que aquí no tenían, y les ha servido para mantener en la
medida de lo posible los puestos de trabajo y su proyecto
empresarial. Al
mismo tiempo, la puesta en escena de nuevos modelos ha sido
determinante para la generación de las expectativas necesarias para
que las ventas se muevan. Y si a esto le añadimos las ayudas que les
llegan al comprador desde el Gobierno y las marcas, se entiende que
el panorama de éstas haya mejorado significativamente.
Los
automóviles, coches o turismos, como les guste que les denominemos,
vienen a ser, después de la vivienda, el primer capricho que solemos
darnos una vez nos asentamos familiarmente y nos surge la necesidad
de los desplazamientos. Por lo tanto, independientemente de que
llegáramos a esta situación con nuestro coche, la realidad es que
no tardamos en tener la necesidad de cambiarlo y pronto. Y nada que
decir de la enorme oferta que tenemos a nuestra disposición. Desde
poco más de cinco mil euros, si se trata de un vehículo de estreno,
barajamos cientos de modelos de todos los colores conocidos, con
motores de infinidad de cilindradas en diésel y gasolina, cuando no
híbridos o eléctricos totales, con equipamientos que más parecen
vehículos espaciales que otra cosa y con capacidades para familias
numerosas o para dos ocupantes. Los tenemos todo terreno y
superdeportitos, con cambio automático o convencional, con los todo
camino, que son los que más se parecen a los cuatro por cuatro, pero
que no lo son, etc.
Como
le ocurre a la construcción, el coche particular siempre ha sido
referencia de la evolución de la economía de cualquier país y está
claro que el nuestro no iba a ser menos. Así, uniendo cabos,
comprobando lo que nos cuentan los economistas y la marcha del
mercado del automóvil, tampoco es de extrañar que comencemos a
motivarnos y aceptemos que por fin parece que iniciamos una lenta
salida de la crisis. Eso es al menos lo que se percibe desde fuera y
también la sensación que los fabricantes nos transmiten,
convencidos de que también a ellos tienen derecho de que les cambie
la suerte y puedan mantener los miles de puestos de trabajo que
soportan y la riqueza que generan a su alrededor, porque recordemos
que el coche como tal es eso, un complejo mecano que es capaz de
llevarnos y traernos con seguridad, fiabilidad y comodidad a un
precio ajustado. Pero es que también generan negocio las
aseguradoras, los fabricantes de componentes, los que alquilan y
venden plazas de garaje, los ayuntamientos por el cobro de las tasas
de aparcamiento en superficie y el sello, las fábricas de neumáticos
y los talleres que los comercializan, las petroleras y las empresas
que nos los surten, los mecánicos en general y los concesionarios en
particular, los talleres eléctricos y las fábricas de baterías,
los talleres de chapa y pintura, grúas… Así podíamos seguir
añadiendo unos cuantos más, porque no se nos debe olvidar que
desgraciadamente también la medicina acaba aprovechándose del
automóvil, en este caso a través de la recuperación de las
personas que han resultado heridas en accidentes de tráfico. Y no
digamos nada de la burocracia existente alrededor de este mercado,
especialmente la que controla la DGT y la Guardia Civil de Tráfico.
Por
lo tanto, que el mercado del automóvil comience una recuperación
que parece será mantenida en el tiempo, nos debe alegrar a todos.
Sin duda, es una buena noticia.