jueves, 20 de marzo de 2014

¿SOMOS UN PAÍS LIBRE DE VERDAD?

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La relación que tiene la política económica con nosotros, nunca como en estos tiempos está resultando tan directa como negativa. Además, parece que los que tejen los hilos de nuestro inmediato futuro se preocupan y mucho de darnos la comida o el desayuno, cuando no la cena. Lo que corre ahora por los pasillos de los Ministerios de Economía y de Hacienda es la inminente subida del IVA, aunque aún no se han decidido si será general o irán en busca de los productos conocidos como de primera necesidad que hasta ahora disfrutaban de un impuesto reducido para colocarlo en el veintiuno por ciento actual. Sea como sea, sea el general o el particular de estos artículos, lo evidente es el ansia incontrolable que tiene el Gobierno cuando de recaudar se trata, que no creemos que sea sencillo para ellos, pero que no se les nota, y eso, lo queramos o no, duele mucho. Y más cuando los números de nuestra economía se muestran, según ellos mismos y los mercados, cada día que pasa más fuertes y nuestra capacidad de endeudamiento como país mejorando por horas.

El problema, como desde hace unos años, nos llega desde Alemania y el Gobierno que controla la señora Merkel, y de Bruselas. Ambas sedes tienen permiso para entrar y salir de los Gobiernos de los países que conforman la Unión, haciendo y deshaciendo lo que entienden no se ajustan a sus pretensiones. Hace unos días, por aquello de centrar nuestro comentario de hoy, vino por aquí uno de esos comisarios económicos y vino con la intención concreta de informar a nuestros gestores de que los sueldos siguen siendo muy altos en nuestro país y que cuanto antes se tome la decisión de reducirlos, mejor para nuestros números y para la economía general de los españoles. Que eso precisamente es lo que no entendemos, que un señor con un cargo del que obtiene mensualmente casi treinta mil euros sea quien se encargue de exigirnos que se bajen los sueldos. ¿Desde qué perspectiva ve este hombre la realidad de nuestro país? ¿Qué parámetros son los que utiliza para culpar de todos nuestros males a la clase trabajadora? Y lo que es peor, ¿tendrá previsto el Gobierno responder sin rechistar a estas exigencias y pronto comprobaremos en nuestra actual escuálida nómina que sí, que han bajado nuestros ingresos? Y tendrán valor; aunque tampoco debería de extrañarnos si tenemos en cuenta lo que hasta el momento han decidido en nuestro nombre asegurando que todo ha sido por nuestro bien, para poder seguir pagándose las pensiones, para que los niños tengan escuelas gratuitas, para que la sanidad sea libre, universal y gratuita y la serie de sandeces que nos cuentan, pero eso sí, haciendo todo lo contrario, como es evidente.


Por todo esto nos planteamos muy seriamente si de verdad somos un país libre o un guiñol en manos de quienes manejan de verdad los hilos de lo que entienden es el papel que nos toca representar en el contexto europeo. Por lo que se desprende de sus actuaciones, exigencias y puestas en escena, está claro que lo de entrar y salir cuando les viene en gana es algo que los nuestros tienen más que asumido y de ahí que, dependiendo de las pautas que les marcan, unos días anuncian que subirán impuestos como el IVA y otros que no. Desde luego, ahora no están por la labor de remover nada; las elecciones europeas exigen control económico y de palabras, que se juegan algo más que unos asientos en el Parlamento Europeo, y los tiempos y los sondeos electorales no están precisamente para enfrentarse a las urnas luego de haber subido los impuestos. Mejor, por eso, dejarlo para más adelante, cuando se calmen los ánimos y, si puede ser, de madrugada.