El
resultado del sorteo de ayer, como preveíamos, no ha dejado en
nuestra ciudad ni un euro, o al menos esa es la noticia más
extendida entre la ciudadanía. Por lo tanto, también como les
decíamos ayer, ahora lo que toca es esperar al del Niño, lo que nos
mantendrá ilusionados al menos hasta el mismo día de su
celebración. Así viene ocurriendo desde tiempo inmemorial y mucho
nos tememos que seguiremos a la espera de que la suerte pase alguna
vez por nuestra tierra y nos permita, como a los habitantes de
Roquetas premiados, disfrutar del bienestar que representa abandonar
el estatus de morosos que arrastramos desde que comenzó la crisis.
Como decía el intelectual, el dinero no da la felicidad, pero ayuda
muchísimo a mejorarnos la vida. Y así es. La noche del lunes media
España se acostó pensando en qué harían en caso de que fueran
agraciados por el sorteo navideño; la noche de ayer suponemos que
descansarían incluso menos pensando en qué hacer con tanto dinero.
Naturalmente, la diferencia es enorme y las consecuencias que se
derivan de su nuevo estado, con los directores y los comerciales de
los bancos detrás de ellos en busca de su dinero, también.
El
hecho es que sobre nuestra tierra han caído millones en cantidad
suficiente como para sentirnos satisfechos, ya que superan casi los
quinientos y eso quiere decir que son miles y miles los beneficiados
que tendrán la oportunidad de ponerse al día en sus proyectos
familiares o de trabajo, y más cuando sabemos que estas inmensas
cantidades de dinero han caído en personas escasas de recursos
económicos, con deudas de envergadura en algunos casos y en otras a
punto de ser desahuciados, sin empleo desde hacía años, con hijos e
hijas casaderas, con proyectos personales inalcanzables, con sueños
e ilusiones irrealizables hasta este momento, y que, evidentemente,
este dinero caído del cielo viene a salvarles el futuro.
Consecuentemente, cualquier comentario que añadamos estará demás
si no lo limitamos a la infinita alegría que viven y que les
mantendrá sin sueño al menos durante unos días.
En
cuanto a lo denunciado desde las redes sociales y las organizaciones
de consumidores, este año parece que merodean alrededor de los
agraciados un sinnúmero de personas que portan un mensaje concreto
del que deben desconfiar e incluso denunciar: se trata de los que
llegan con dinero en mano a pagarles el décimo premiado con algo más
de añadido y que tiene como fin blanquear el dinero negro que seguro
proviene de robos de cualquier tipo, especialmente los procedentes de
comisiones ilegales o facturas falsas. Con esto queremos decirles que
cuiden el detalle y que no se embarquen en aventuras que pueden
resultarlespeligrosas, puesto que a cambio de unos miles de euros más
pueden verse involucrados en una estafa al Estado en toda regla y las
consecuencias son imprevisibles.
Tampoco
faltarán a la mesa del premio los que, sin conocer de nada a los
premiados, con mensajes de todo tipo, con cartas de desahucios en
mano, con artimañas perfectamente montadas y demás, piden ayuda
desconsoladamente. Por lo que nos cuentan son profesionales
cualificados dedicados por completo a la causa de conseguir dinero a
toda costa y les importa un pito cómo obtenerlo. La puesta en escena
habitual es lo más parecido a los actores dramáticos que conocemos
por películas o series televisivas, dejando ver una actuación
impecable con el fondo del dinero como recurso básico para sacar
adelante una enfermedad terminal de un hijo o hija, el desahucio de
la vivienda por parte de un casero mala persona o de un banco sin
escrúpulos, etc.
Para
los afotunados, nuestra enhorabuena. Para los que nos hemos quedado
un año más con cara de tontos, pues ya saben: a esperar al Niño, a
ver si viene con más ganas e intenciones de llenar nuestros vacíos
bolsillos.