martes, 22 de diciembre de 2015

¿SABE YA SI LE HA TOCADO EL GORDO?

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A estas alturas de la mañana ya sabremos que no hemos sido agraciados con el sorteo navideño, ese que nos convoca con más ilusión que suerte ante los bombos instalados en el Teatro Real de Madrid y que nos han hecho llegar los números ganadores del sorteo del año que cuenta con más adeptos. Y decimos que seremos conscientes de no haber resultado elegidos por la suerte con toda la cautela que exige el asunto, porque no ha sido el primer sorteo que luego, con el paso de los días, hemos ido conociendo a alguno de los nuestros que adquirió su número en cualquier bar de carretera o administración de loterías de otra ciudad y ahí sí que tuvo la suerte de cara. Sea como sea, ojalá uno o cientos de ustedes nos pudieran contar lo que se siente cuando se es agraciado con el gordo navideño, porque, por lo que nos han contado y hemos visto en las imágenes televisivas, la inmensidad de la alegría es contagiosa. Y luego lo de la coincidencia cuando de conocer dónde destinará el dinero obtenido, porque casi todos coinciden en tapar algunos agujeros que tienen, sobre todo de hipotecas, o para ayudar a sus hijos o familiares. A nosotros, no obstante, nos interesan los sorteos en los que el número ha sido compartido por compañeros de trabajo o vecinos de un bloque, o en los bares de barrio, o en papeletas que luego destinarán a obras sociales, porque sabemos que así serán cientos los agraciados.

Entrando en detalles que no conviene perder de vista, sepan que un décimo del gordo de 1905 se pagaba por parte del Estado con seiscientas mil pesetas; ahora, en 2015, con cuatrocientos mil euros. O que esta lotería representa una quinta parte de las ventas del sector; o que tres cuartas partes de la ciudadanía española participa en este sorteo y que no lo hace a lo largo del año. Y un detalle más que nos parece interesante: casi el cien por cien de los jugadores lo hacen para compartir. De hecho, este sorteo atrae a su consumo a miles de personas que representan a grupos, ya sean de familiares o de amigos, y de ahí que el décimo navideño sea el más social, porque sirve para estrechar lazos entre las personas. Y es que somos nosotros, los españoles, los que compramos más lotería del resto del mundo. Por costumbre, por necesidad o vaya usted a saber las razones, aunque parece que la más extendida es la de por hacerlo una vez al año, que entendemos será la más extendida.

Pero no debemos quedarnos aquí a la espera de más noticias relacionadas con la suerte, porque, como ustedes conocen, inmediatamente después llega el sorteo del Niño, ese que dicen patrocinado por el recién nacido y que nos convoca de nuevo obligándonos a estar pendientes de su desarrollo, aunque no con tanta parafernalia. A este primer sorteo del año se le conoce también por otro nombre entre los habituales jugadores, que lo denominan como el de la pedrea, porque suelen comprar los décimos con el reintegro del navideño. En realidad, alrededor de la lotería existen infinidad de ritos o costumbres ampliamente compartidas que nos hacen creer que la suerte está ligada, por ejemplo, por pasar el décimo por la calva que tengamos más cerca, por la espalda del amigo que, si tiene la mala suerte de estar giboso, peor para él porque le pasarán cientos de números en unos instantes, o colocar el décimo junto a la imagen del santo de nuestra devoción… En definitiva, conjuros personales de los que en público no presumimos, pero que la intimidad no nos importa realizarlos con tal de no perder la ocasión de mantener la costumbre familiar de toda la vida.

Como decíamos al principio, ojalá hayan resultado agraciados. Si no con el gordo, con otro de menor cuantía que les ayude a salir adelante, que buena falta nos hace a todos y todas. ¡¡Suerte!!