lunes, 11 de enero de 2016

ANTICAPITALISTAS Y ANTISISTEMA

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Tal y como preveíamos, todo vuelve a la normalidad casi sin darnos cuenta. La maquinaria que nos permite desarrollarnos como personas no se detiene sencillamente porque no descansa. Eso sí, hemos superado encuentros familiares y festivos de gran calado para todos y todas, y seguro que a más de uno le habrán quedado marcas que mantendrán de por vida, lo mismo que recuerdos imperecederos que nos obligarán a superarnos como seres humanos. Así nos han hecho la vida, o la consecución de nuestros anhelos, y estamos obligados a superar los diferentes y continuos contratiempos con los que el día a día nos ponen a prueba. Los más felices luego de días tan intensos, con diferencia que los más pequeños, que se han visto sorprendidos por los habituales regalos navideños que tanto esperaban. También nosotros lo hemos sido, seguro, aunque cada cual haya tenido que vérselas con su particular o personal necesidad, destacando la familia como referente inviolable desde el que habitualmente buscamos y solemos encontrar, por cierto, la culminación de nuestros esfuerzos.

En cuanto a cómo nos trata la vida desde la perspectiva de la política, que inicia el año con más pena que gloria luego del resultado electoral del pasado 20 de diciembre, decir que todo sigue igual no creemos que sea lo adecuado, y más conociendo la evolución del tema catalán, que finalmente, “in extremis” porque quedaban solo horas, ha obligado al presidente Mas a abandonar la presidencia de la Generalidad. La idea más extendida de esta noticia es la que afirma que todo estaba medido y controlado, y que lo que han hecho a lo largo de estos días Convergencia y la CUP no ha sido otra cosa que protagonizar una mala película de la que ahora salen al parecer victoriosos, puesto que han conseguido la mayoría de sus exigencias. Por lo tanto, será el grupo de diez personas que conforman la organización política anticapitalista y antisistema la que dirija en primera línea el futuro de Cataluña, detalle que no gusta a todos y que huele especialmente mal entre el mundo empresarial, que finalmente es el que, lo queramos o no, tiene el peso completo del futuro del país. De hecho, desde hace un par de años es notoria la huida de empresas hasta ese momento radicadas en Cataluña, y lo que es peor, parece que seguirá con más urgencia a partir de ahora. El resultado de las elecciones catalanas viene a confirmar que no siempre los que más votos consiguen acaban siendo los triunfadores y sí los que se convierten en imprescindibles para que los más apoyados puedan conseguir formar gobierno. Pero como el tiempo será el juez que acabe colocando a cada cual en el lugar que realmente le corresponde, debemos esperar y desear lo mejor para Cataluña y sus ciudadanos.

En cuanto a lo que ha ocurrido periféricamente alrededor de la última cita festiva, es decir, de los Reyes, ha conseguido una importancia política y social inesperada por desconocida e incluso absurda. La razón: la irrupción de representantes políticos de peso de casi todos los partidos, con ganas de echar por tierra el trabajo desarrollado por sus contrincantes, especialmente entre aquellos que ahora los sustituyen en el gobierno. Así, no han faltado enjuiciamientos numerarios cuando se valorar lo ejecutado se trataba, especialmente cuando incluso han implicado a sus hijos para justificar su actitud. Los niños siempre han sido sinceros, a no ser que sus mayores influyan en su honestidad, y en escasísimos casos se han expresado, por ejemplo en nuestra ciudad, en contra de la cabalgata real. Seguro que es mejorable, seguro, pero usarla como arma arrojadiza para dañar la imagen del recién llegado no es lo adecuado. Los ejemplos de Barcelona y Madrid, entre otras ciudades, viene a confirmar que no siempre cuando hemos votado a los mejores.