Como de sobra saben, tenemos
políticos, instituciones, organismos varios, subdirecciones generales y
autonómicas, subsecretarios de secretarios, viceministros de ministros,
tribunales de Justicia y de Cuentas, y un gobierno democrático elegido por
votación popular, que es quien gestiona la totalidad del Estado. Pues bien, con
todos estos políticos y funcionarios en nómina, -¡y con qué sueldos, señores!-
aún no hemos conseguido que se devuelva a la ciudadanía la totalidad de la
deuda acumulada por la banca luego de la crisis económica que ella misma ha
generado y que ha necesitado de casi setenta mil millones de euros superarla.
Ahí es nada, setenta mil millones de los que habremos recuperado no más de tres
mil, que se dice pronto. Y más teniendo en cuenta que, al mismo tiempo, estos
mismos bancos rescatados, con toda desfachatez y descaro, echan de sus
viviendas a las personas que no han podido pagar la hipoteca que firmaron con
ellos. La realidad de nuestra bancarrota se debe al robo y despropósito que se
ha producido a lo largo de los años en las entidades bancarias que han
necesitado de nuestro dinero para reflotarlas. Eso sí, mientras, el Banco de
España mirando para otro lado.
Bankia y sus consejeros son un
buen ejemplo de organización criminal con fines definidos, de saqueo continuado
del dinero de sus clientes. El juicio que se sigue contra Blesa y sus
consejeros, conocidos como los nueve magníficos por la cantidad sustraída y el
uso indiscriminado que han realizado de las tarjetas negras, parece que acabará
con ellos en prisión con doce o catorce años a sus espaldas, que es lo menos
que se puede pedir para quienes sencillamente se lo han llevado caliente y a la
luz del día. Por supuesto, luego de dejar en la ruina a miles de preferentistas
y precarios de salud. Naturalmente, a la pena de cárcel que acabará fijando el
tribunal que los juzga deberemos de añadir la devolución del dinero robado, no
sea que luego, cumplida la mitad de la sentencia o por buen comportamiento,
salgan a la calle y dispongan del dinero con absoluta libertad. El Banco de
Valencia, la Caja de Ahorros del Mediterráneo, la de Castilla-La Mancha, entre
otras entidades, también han contado con despilfarradores especialistas en
saqueos. Lo extraño de todo esto es que hayan tenido que pasar años para que
hayan sido puestos a disposición judicial, y, al menos por ahora, siguen en la
calle como si tal cosa y manteniendo su alto nivel de vida. Y decimos extraño
porque, de haberse tratado de ciudadanos de a pie, es decir, como ustedes o
nosotros, nos hubieran empapelado hace tiempo.
El tiempo y la Justicia, por
cierto, se encargarán de desenmarañar la tela de araña que han tejido estos
arquitectos de las finanzas, pero lo que se vislumbra no es precisamente para
alegrarnos. El hecho de que, como les decíamos, se hayan recuperado a estas
alturas solo dos o tres millones de euros de tamaña cantidad invertida en la
recuperación de la banca saqueada, ya anuncia sus verdaderas intenciones. Por
supuesto, con la anuencia del Gobierno, que es quien está obligado a exigir lo
que es de todos. Mientras, algunos de estos bancos vienen repartiendo
dividendos entre sus accionistas porque sus resultados han sido positivos,
cuando lo primero que deberían de hacer es devolverlo a quien se los prestó. ¿O
fue regalado? Que nos contesten pronto y podamos recuperar el sueño,
especialmente los que perdieron sus imposiciones a plazo fijo y que, a la
mayoría de ellos, los han abandonado en plena calle con una pancarta en la mano
exigiendo justicia… ¡Para morirse… de pena!