La Policía está difundiendo
una serie de avisos y consejos que tienen como fin alertar especialmente a la
población de personas mayores, que son el objetivo prioritario de las bandas de
ladrones que andan en busca de ingenuos que se dejan abrazar e incluso con ofertas amorosas, y que son saqueados de todo
lo que lleven encima, desde relojes o cadenas de oro o plata hasta dinero y
teléfonos. El repetido sistema que utilizan estos desalmados y las mujeres que
les acompañan se basa en caricias a las personas que encuentran por la calle,
en parques o zonas de descanso y recreo, a los que les abrazan en varias
ocasiones hasta que les roban la cadena o el cordón que lleven abrochado en el
cuello, tarea en la que se han especializado y de la que obtienen extraordinarios
beneficios. Del otro sistema usado responde exclusivamente la mujer, que es la
que ofrece relaciones amorosas al circunstancialmente cliente en cuestión y aquel
que cae, cuando se da cuenta, se ha quedado con lo puesto. A nosotros lo que
nos extraña es que se prodiguen en tan exagerado número estos ciudadanos del
Este europeo y que entre nosotros vivan con cierta holgura gracias a lo que nos
roban sin que a cambio paguen por sus delitos. Los vemos en las grandes ciudades,
especialmente en los transportes públicos, en donde son detenidos “in fraganti”
e inmediatamente después de declarar en la comisaría más cercana, salen de
nuevo a la vía pública y siguen robando como si tal cosa. Cientos de ellos y
ellas acumulan otras tantas denuncias por hurtos de poca o mucha monta, porque
te quitan lo que pueden sin saber en realidad su valor real hasta que lo
comprueban.
Que a alguien desde el puesto
de legislador, que es lo mismo que decir política, decida intervenir en el
desaguisado que nosotros mismos pernitirmos y en el que estos desalmados se
mueven como pez en el agua, decida que ya está bien, que ha llegado el momento
de calificar este tipo de sustracciones como en realidad merecen y a partir de
ahí acabar legalmente con esta plaga de indigentes, muchos de ellos son causas penales
a sus espaldas, que conviven con nosotros incluso en mejores condiciones. Repetimos
que alguien deberá actuar en favor de los ciudadanos de bien en contra de
quienes su único interés es robarles. Y que conste que no solo se dedican a
proporcionar abrazos a diestro y siniestro y quitarte lo que en ese momento
lleves encima, sino que no dudan en atacarte de forma más contundente si
comprueban que te resistes a sus deseos.
Estas personas van y vienen,
recorren el país de punta a cabo y en cada nueva visita que nos hacen traen
consigo nuevas fórmulas que, puestas en práctica, pueden acabar con lo poco que
portamos. Cuando estuvieron por nuestra ciudad hace unos meses solían actuar
aproximándose a una persona casi siempre mayor y preguntarle por un hospital o
un servicio de salud, alegando que una de las personas que viajaba con ellos en
el coche, del cual se habían apeado para acercarse a nosotros, había enfermado
repentinamente. Dicho y hecho, aprovechando las buenas intenciones del vecino o
la vecina, lo de robarle la medalla que lleva colgada del cuello, el anillo del
dedo o cualquier otro elemento que portaba era todo uno, que para eso son
ladrones de poca monta, sí, pero muy efectivos y muy profesionales. En este
asunto, el hoy por ti y mañana por mí debe imponer su ley e informar
inmediatamente a la policía de si hemos visto alguna acción o persona
sospechosa de la que dar noticia a quien mejor nos puede atender. Y eso,
cuídense de ofertas amorosas y de abrazos cariñosos, porque les pueden salir
caros.