martes, 27 de febrero de 2018

MANAÑA, DÍA DE ANDALUCÍA

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Mañana es el gran día de nuestra tierra, que celebramos porque justo el 28 de febrero de 1980 se convocó un referéndum para que los andaluces tuviéramos la oportunidad de pronunciarnos sobre nuestra autonomía. A partir de esa fecha y no sin esfuerzo, desilusiones y algún que otro contratiempo importante, nuestra tierra obtuvo su plena autonomía. Naturalmente, depende de a quién preguntemos sobre lo que ha supuesto la independencia del Estado, así será su conclusión, pero, en general, de acuerdo con las estadísticas que se confeccionan con este motivo todos los años, parece que la estabilidad que se ha conseguido en la totalidad de las competencias de las que somos directamente responsables supera el aprobado. A decir de los políticos, o de algunos, para ser más exactos, Andalucía debe ser protagonista en España y debe de contribuir a la convivencia, además de apoyar la realización de un país más habitable, más libre, con más oportunidades y que se construya en igualdad. Otros van más lejos y aseguran que nuestra tierra representa la balanza de la igualdad entre las comunidades autónomas al tiempo que exige el espacio que históricamente le corresponde. Concretamente el presidente del Parlamento ha resaltado que la comunidad será protagonista en la definición del nuevo marco interterritorial de España, desde la igualdad y la solidaridad y contra los privilegios, porque esta tierra siempre ha apostado por tender puentes, no por levantar muros. Desde la Junta se insiste en que será siempre determinante en el debate territorial, porque no debemos olvidar que una nación tiene que ser solidaria entre todos los que viven en ella.

En la calle, que es donde de verdad podemos encontrar testimonios reales desde los que poder interpretar con más rigurosidad la situación real de los habitantes de esta hermosa tierra, es evidente que se viene haciendo aguas en áreas de la importancia de la educación y la sanidad, que por el momento son las dos más reivindicadas y las que más gente echa a la calle a reclamar lo que entienden son sus derechos. El asunto de las herencias o transmisiones patrimoniales tampoco le van a la zaga, y de hecho la presión social ha conseguido la firma de un acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE del que se desprende una importante reducción en la actual presión fiscal que soportan. Por supuesto, no haríamos bien nuestro trabajo si nos dejáramos a un lado el estado de la red de carreteras que dependen de la Junta, que ya hemos denunciado en infinidad de ocasiones que en la totalidad de la provincia es penoso y que contribuye claramente a la accidentalidad que se contabiliza. Las que tenemos más cerca y usamos casi a diario son un buen ejemplo de lo que les decimos.

Por otra parte, de acuerdo con los trabajos realizados con motivo de esta celebración entre la ciudadanía, las empresas que se dedican a este tipo de controles afirman que los andaluces hace años que se desengancharon de las ilusiones de los políticos que los representan en el Parlamento. La diferencia existente entre la clase política y el resto del mundo agrava claramente la percepción que se tiene en la calle de lo que debe ser el apartado rendimiento para justificar los ingresos que perciben quienes, aparentemente, dedican su tiempo a asistir a las sesiones parlamentarias y poco más. Este evidente divorcio influye también y de manera determinante en la ilusión colectiva por una autonomía más representativa y solidaria. Por otra parte, el hecho de que la brecha social no deje de agrandarse en favor de los que más tienen está claro que no ayuda precisamente a la idea de una Andalucía socialmente comprometida.
El día de Andalucía, que debía ser una jornada de reivindicaciones por la consecución de lo que nos merecemos y no nos lo proporcionan, ha dejado paso a otra ligada por completo al ocio y lo lúdico. El hecho de que políticamente se apoye esta decisión popular debía al menos preocuparnos. Una sociedad que no se reconozca a sí misma, que deje hacer sin pedir explicaciones, que pierda interés por el futuro, está condenada a vivir siempre encadenada. ¡A tomar nota, pues!