Mañana
es el gran día de nuestra tierra, que celebramos porque justo el 28 de febrero
de 1980 se convocó un referéndum para que los andaluces tuviéramos la
oportunidad de pronunciarnos sobre nuestra autonomía. A partir de esa fecha y
no sin esfuerzo, desilusiones y algún que otro contratiempo importante, nuestra
tierra obtuvo su plena autonomía. Naturalmente, depende de a quién preguntemos
sobre lo que ha supuesto la independencia del Estado, así será su conclusión,
pero, en general, de acuerdo con las estadísticas que se confeccionan con este
motivo todos los años, parece que la estabilidad que se ha conseguido en la
totalidad de las competencias de las que somos directamente responsables supera
el aprobado. A decir de los políticos, o de algunos, para ser más exactos, Andalucía
debe ser protagonista en España y debe de contribuir a la convivencia, además
de apoyar la realización de un país más habitable, más libre, con más oportunidades
y que se construya en igualdad. Otros van más lejos y aseguran que nuestra
tierra representa la balanza de la igualdad entre las comunidades autónomas al
tiempo que exige el espacio que históricamente le corresponde. Concretamente el presidente del Parlamento ha resaltado
que la comunidad será protagonista en la definición del nuevo marco interterritorial
de España, desde la igualdad y la solidaridad y contra los privilegios, porque
esta tierra siempre ha apostado por tender puentes, no por levantar muros. Desde
la Junta se insiste en que será siempre determinante en el debate territorial,
porque no debemos olvidar que una nación tiene que ser solidaria entre todos
los que viven en ella.
En
la calle, que es donde de verdad podemos encontrar testimonios reales desde los
que poder interpretar con más rigurosidad la situación real de los habitantes
de esta hermosa tierra, es evidente que se viene haciendo aguas en áreas de la
importancia de la educación y la sanidad, que por el momento son las dos más
reivindicadas y las que más gente echa a la calle a reclamar lo que entienden
son sus derechos. El asunto de las herencias o transmisiones patrimoniales
tampoco le van a la zaga, y de hecho la presión social ha conseguido la firma
de un acuerdo entre Ciudadanos y el PSOE del que se desprende una importante
reducción en la actual presión fiscal que soportan. Por supuesto, no haríamos
bien nuestro trabajo si nos dejáramos a un lado el estado de la red de
carreteras que dependen de la Junta, que ya hemos denunciado en infinidad de
ocasiones que en la totalidad de la provincia es penoso y que contribuye
claramente a la accidentalidad que se contabiliza. Las que tenemos más cerca y
usamos casi a diario son un buen ejemplo de lo que les decimos.
Por
otra parte, de acuerdo con los trabajos realizados con motivo de esta
celebración entre la ciudadanía, las empresas que se dedican a este tipo de
controles afirman que los andaluces hace años que se desengancharon de las
ilusiones de los políticos que los representan en el Parlamento. La diferencia
existente entre la clase política y el resto del mundo agrava claramente la
percepción que se tiene en la calle de lo que debe ser el apartado rendimiento
para justificar los ingresos que perciben quienes, aparentemente, dedican su
tiempo a asistir a las sesiones parlamentarias y poco más. Este evidente
divorcio influye también y de manera determinante en la ilusión colectiva por
una autonomía más representativa y solidaria. Por otra parte, el hecho de que
la brecha social no deje de agrandarse en favor de los que más tienen está
claro que no ayuda precisamente a la idea de una Andalucía socialmente
comprometida.
El
día de Andalucía, que debía ser una jornada de reivindicaciones por la
consecución de lo que nos merecemos y no nos lo proporcionan, ha dejado paso a
otra ligada por completo al ocio y lo lúdico. El hecho de que políticamente se
apoye esta decisión popular debía al menos preocuparnos. Una sociedad que no se
reconozca a sí misma, que deje hacer sin pedir explicaciones, que pierda
interés por el futuro, está condenada a vivir siempre encadenada. ¡A tomar
nota, pues!