El pasado fin de semana, Andújar albergó a más de cien
bomberos profesionales llegados de diferentes puntos del mundo, desde América,
Hispanoamérica y Europa, aunque la representación más importante fue la
española. Su misión: acudir a la llamada de sus compañeros en nuestra ciudad
para celebrar el Campeonato de España de Rescate en Accidentes de Tráfico, un
evento anual que se convoca en diferentes ciudades y que, más que un concurso
como tal, se trata de compartir experiencias entre estos profesionales en una
de sus facetas más desconocidas en la calle, puesto que se trata de atender los
accidentes de tráfico, especialmente en la excarcelación de los heridos, una
actividad que demanda de los bomberos no solo un esfuerzo físico excepcional,
sino una preparación muy concreta si tenemos en cuenta que los accidentados
necesitan, antes y durante, la ayuda sicológica de quienes están más cerca, es
decir, de los bomberos. Este es el fin de esta clase de convocatorias y es ahí
en donde se han puesto en marcha los intereses del colectivo, que han conocido
las opiniones de técnicos en diferentes materias ligadas a su tarea y la
actividad con la que sus compañeros atienden las diversas necesidades de la
gente. Conferencias, encuentros de alto nivel, presencia de personalidades del
sector y de las Administraciones, y conclusiones de gran contenido de las que sin
duda acabaremos beneficiándonos todos.
Cuando nos referíamos a que estos profesionales han
conocido las inquietudes de sus compañeros en los diferentes países en los que
desarrollan su trabajo, la coincidencia ha impuesto su realidad y hemos podido
comprobar que les unen concretas demandas que competen a la sociedad en general
y que algunas se mantienen injustificadamente. No hablamos de sueldos ni de
equipamientos, que también lo plantean como exigencia, sino de algo que nos ha
extrañado sobremanera por entenderlo absurdo y peligroso. Se trata de una
petición del colectivo tan lógica como urgente, puesto que su queja pide que,
cuando se produce el accidente de tráfico, al mismo tiempo que se citan o
convocan los sanitarios, las ambulancias, los agentes de Tráfico e incluso la
policía local, que ellos también acudan al mismo tiempo. Que posteriormente,
evaluado el accidente y sus consecuencias, su presencia no es necesaria,
siempre será mejor que demandarla una vez haya pasado quizá demasiado tiempo y
las vidas de los heridos estén en peligro. La petición, objetiva y legítima, no
obstante, sigue sin ser atendida por las Administraciones responsables de que
esta deficiencia no se produzca, situación que nadie entiende y que incluso
podía ser denunciable por parte de los afectados.
En cuanto a nuestro parque de bomberos, la necesidad
de incorporar a nuevos profesionales tampoco necesita de argumentos
complicados, ya que la plantilla es demasiado justa y no siempre las demandas
de actuaciones pueden ser atendidas como merecen. Y si tenemos en cuenta que se
trata de un parque comarcal, las consecuencias que podían derivarse de la necesidad
de acudir a varios focos al mismo tiempo resultaría catastrófico. Por ahora, la
solidaridad entre parques cercanos, especialmente Jaén y Linares, evita lo que
sin duda debía eliminarse cuanto antes en beneficio de la sociedad a la que
atienden. Nuestra particular percepción
de las demandas de los bomberos en general y los nuestros en particular, y es
lo que nos preocupa, es que serán atendidas, pero no en tiempo ni en
forma.